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viernes, 30 de octubre de 2020

VIDA




CAPÍTULO XVII   (Fragmento) 

        Con exactitud, no sabría cómo explicar convincentemente, ni explicar tampoco, si cabe, de una manera más sencilla y comprensible para el universo y para algunos de los muchos litigio de mundos enganchados a la cola de mis alrededores, todo cuanto sucede a dos dedos de esta distancia, la mía, ni a tres codos de algún desconsuelo, el vuestro, ni a los cuatro brazos de una confrontación, una entre tú y yo; la misma que nos separa, tanto de una mirada como de un aniversario inmenso, una que provoca remolinos en mi cabeza mientras desde arriba se acerca, bordado como un sol abrasador en el cielo de las cuatro o de las cinco, ese extravagante preparativo de la tormenta.

        No, no sabría explicar, sin nadie conocido cerca, lo que ha sucedido a mí alrededor en el transcurrir de todos los días, desde aquel o este llamamiento de nuestros labios, hasta el paso sin lluvia de esa tormenta, esa en la que cualquier ser humano se bebe dos botellas de sufrimientos cada día para intentar ser feliz y antes de acostarse, aún le quedan ganas de ponerse a beber, (de echarse al coleto que dirían los clásicos) un par de vasos más a rebosar de angustias para que no se noten sus temblores, ni se noten esos tiempos inmemoriales, esos en los que no sabrían cómo expresar sus blasfemias ni sus cataclismos.

        Son las dos del mediodía y en la mesa no falta ni un detalle para empezar a comer, no, ni falta el agua, ni falta el vino, y aun así, no, no consigo sentirme cómodo en este instante en el que sé, por su elocuencia, que no estoy preparado para asimilar los acontecimientos importantes, esos qué al írseme la cabeza confundo con otros diez o doce momentos que me vuelven de ayer, de esa burbuja dónde cogiditos de la mano creamos mundos distintos, mundos apartados, mundos que no dejan ver cómo explotan y cuentan lo que realmente sucede dentro, como si alguien pudiese leer a Dios de un solo vistazo, por dejar pasar la vida mucho más aprisa cuando más feliz se pensaba que se vivía.

        Y sin estar nada claro, ni tener nada claro, ni ver nada claro, acaso porque todo se redujese y se remontase hasta la pérdida inevitable de la amistad en la niñez, la misma en la que también se fueron olvidando las sonrisas; esas que ya estaban señaladas en el espacio purpúreo de las tres o cuatro descargas del miembro viril y palpitante, descargas a lo animal, a lo bestia, descargas entre las manos temblonas y adolescentes que nunca fueron capaces de hacerse plenamente con él. Sí, perdona por haberte hecho el amor tan deprisa, por no ser capaz de hacerte gozar. Por no esperar a que tú también te vinieses de viaje conmigo; pero, cómo explicarte que, tras las primeras exploraciones, me hiciste soñar con la misma vehemencia con la que solo los dioses son capaces de hacer que todo suceda. Temblaba visiblemente. Sudaba como la sonrisa de la ciudad que espera su ejecución. Sí, parecía haberse refugiado en mis ojos el origen de la evolución. La tarde se había oscurecido. La tormenta se había intensificado. Ante la muerte, la profundidad del universo conocido era progresiva como las pasiones y el pensamiento y así, sin dejar transcurrir ni media hora desde que presionase el timbre de tu puerta, ya habías salido y nos habíamos mirado como si no hubiese sucedido nunca nada, ni tan siquiera fuese nunca a suceder nada, nos habíamos mirado mientras dejábamos el paso franco al vecino que también salió y bajó en ese momento, como si hubiese intuido que formaría parte de nuestra historia. Sí, también dejamos el paso franco a las sonrisas, y al inmenso placer que con ellas llegó, uno instante después del amanecer. 

jueves, 29 de octubre de 2020

A LAS CINCO DE LA MAÑANA de "Notateti"

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A LAS CINCO DE LA MAÑANA

A las cinco de la mañana
cuando nos despedimos
hay profecías por cumplirse
que van en bicicleta
dando la impresión, casi real,
de que se burlan de nosotros.
Quizás van enfermas de Alzheimer
y vuelven de inventiva.
 
En el rostro de un niño
que nos deja sin nubes,
hay leyendas que se alzan
sobre tres comentarios
equivalentes a los buenos días,
y ambiciones que no se pueden
despegar de nosotros nunca,
igual que los imanes del recuerdo
en la puerta de la nevera.
 
Hay esculturas de rodillas
que están ideadas para impresionar.
Estatuas hechas de carne y hueso
y a contraluz, los poemas
de lágrimas y abrazos de la gente común.
 
A las cinco de la mañana
cuando nos despedimos,
sí, pensé gritar, pero no me acuerdo.

DI QUE SÍ MUCHAS VECES de "RECETARIO DE LA LOCURA"

DI QUE SÍ MUCHAS VECES

Tengo hambre de algo frío,
de algo que sepa donde mueren
para tomar aliento, las miradas del día.
 
En este tronco del banco caliente
por las horas que te llevo esperando,
debería tallar con mi cuchillo: bocas,
bocas de hielo y distancias,
manos que, al aplaudir, aunque no lo parezca,
griten la incertidumbre de los catorce incendios
y en latidos muy lentos, corazones de nieve.
 
Tengo el hambre de la aventura
de los jardines con vistas al mundo
de los supongo que me hacen beber
y esperar que algo llegue y me sorprenda.
 
Di que sí muchas veces antes de que abandone,
antes de que tu ausencia se haga invierno.
Sí, di que sí, a este frío irremplazable:
mariposa discreta tiritando en mi piel.

viernes, 23 de octubre de 2020

RESACA (ESPADAS COMO LABIOS

 


Un alma, un velo o un suspiro,
un rápido paso camino de la luz,
un entrever difuso (luz, espérame),
esa esperanza ahogada por la prisa.

Este ancho mar permite la clara voz nacida,
la desplegada vela verde,
ese batir de espumas a infinito,
a la abierta envergadura de los dos brazos distantes.

Oh horizonte de viento quieto, lejanía.
Sospechas de dos mariposas de virgen
aquí donde las ondas son kilómetros.

Una dulce cabeza, una flor de carbón navegan solas.
Solo faltaría una pluma, una pluma compuesta
hecha de dedos ciegos,
de abandonados ya propósitos de anteayer distante.

Así para tocarse, para comprobar la frente o el cuello,
la carencia de sangre,
ese reflejo verde parado por las venas,
mientras cercados por la densa ojera
están hundidos dos besos morados.

La flor en el agua no es un gemido.
No quemada, no ardida, boga callando,
reservando su perfume implacable
para correr como loco por las arterias ausentes.

La embriaguez de entonces, la belleza serena,
la voz naciente,
el mundo que adviene;
abrázame mientras tanto,
que al fin me entere yo cómo sabe una piel que sorprende.

Quién sabe si estas dos manos,
dos montañas de pronto,
podrán acariciar la minúscula pulpa
o ese dientecillo que solo puede tocarse con la yema.

Si abandono mi mano sobre tu pecho,
oh, no mueras como un suspiro aplastado,
no disimules tu calidad de onda al fin opresa.
Pervive, oh mía, aquí sobre la playa ahora en fin que no vivo,
que puedo tenderme en forma de espuma y bañar unos pies no presentes
para retirarme a mi seno donde extremos navegan.



lunes, 19 de octubre de 2020

ENTERRADOR DE GUERRAS "De todo lo que no se pierde"


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ENTERRADOR DE GUERRAS


Me quema este aire que tanto, transito.
Me besa anárquico y confidencial,
me desnuda de urgencias, de nostalgias,
de rojos, de guiños, de multitudes,
toma impulso y no hay distancias
que no recorran sus deseos.
 
Es probable que mis brazos de inútil
enterrador de guerras y de brindis,
vayan hasta tu mundo de verso a saludarte,
que rodeen de mañanas tu cintura,
que frieguen los platos de la discordia
y cubran de caricias los conflictos de tu piel,
de tu geografía tan besada de agua.
 
Me quema tanto esta clausura de mundo,
de ciudad nuevamente edificada
sobre este tamizado terremoto
de luz y de existencias,
sobre este dos mil cuatro inteligente
que se abre luminoso en la cocina.

viernes, 16 de octubre de 2020

LA VOZ DEL BESO VIVO "De todo lo que no se pierde"

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LA VOZ DEL BESO VIVO 


                         A Pablo Picasso y Rafael Alberti

 

He surgido tras el desarme

imposible de la memoria.

Acústica suicida de un sudario.

De un sudario de palabras, que vienen

y emborronan de nombres

todas las cosas indefensas.

 

Tanto me pensaron que me dibujé paloma.

 

Sé que es cometido del labio

abrirse incendio urgente,

y modelar desde su antigua condición de polvo,

la voz del beso vivo a un irse nunca.

Dentro tanto silencio dulce, quema.

 

En ocasiones, para llegar y crear tu sombra,

he fingido mover mis alas de mediodía,

como si no supiese que un milagro imposible,

solo nace evocado de Dios, aire con aire

y se consuma en el vuelo del hombre.

 

Si alguno de estos días que se me ofrecen,

retomo mi vocación de alba ilustrada: blanca,

no pienso quedarme al principio de la súplica,

ni pienso volar negra trazados de pancarta.

 

Para llegar de un beso al infinito

instante que me deja esta mañana,

nadaría en las gotas que llegan

del cielo blanco, escúchame

paloma de pan o de escarcha.

Me ahogaría si fuese necesario.