Puedo
ser, esa mano abierta
a
todos los colores de la tarde,
esa
brisa en ti o en tu memoria
doblemente
saciada.
Como
se crea un instante,
puedo
crear tu dominio imperceptible,
aquí
donde concluye el verso.
Puedo
mirar al aire.
Puedo
sentir como es el aire
que
dibuja tu nombre. Evanescente,
con
la única intención de modelar
ese
te quiero que crea un mundo
y
lo mantiene entre mis labios.
No
habito en el olvido.
Caí
de la pluma a borbotones:
silueta
de una mancha extensísima
sobre
un silencio irreverente.
Caí
de lo oscuro de la voz,
de
un vuelo consonante
al
otro lado del teléfono.