Aún sigo aquí. Simiente que claudica,
rastro apenas visible de la infancia,
futura inmensidad de polvo.
en la memoria de los hombres todos los días.
Sigo desnudo y de ceniza, bárbaro y urgente,
despeinado en la voz mientras me descompongo.
Sigo aullido y silencio en el mismo recorrido.
Otra vez en el mismo recorrido.
Deprisa, vivo casi de milagro. Deprisa,
si borro ese casi, ya no vivo.
en las dudas del ángel empapado de gozos.
En la edad donde ya casi nada hierve,
deseo sentir como vuelve a caer tu falda
ante el filo de mis párpados perecederos:
igual que una embestida juvenil
o el resplandor de sus rituales.
Mi lengua necesita viajar desde el asombro
jadeante y perfumado de tu piel
hasta el mundo incorpóreo de tu lengua.
...