Vistas de página en total

viernes, 18 de septiembre de 2015

POEMAS PARA CREAR ESCUELA VI. David Abad




Hoy me vuelvo a sentir afortunado, pues un grandísimo poeta como es David Abad, me presta, con un título, tan a lo Larsson, este poema para crear escuela Adiós de un Pil a un encargado aficionado a la pimienta y a la silicona.

David Abad con su primer poemario impreso, EN FUGA ya nos fue cosquilleando casi todos los sentidos, hasta, conseguir hacer que abriesemos con ese incontrolable torrente que lleva hacia el mar amplísimo de la nueva poesía, los pestañeantes ojos del alma.

David Abad, pese a quien pese, es un genio con sus miserias y opulencias, con sus desdichas y su felicidad. Un genio que quiere ignorar las afirmaciones de Beckett en las que dice: que ser un artista (en el caso de David, poeta), es fracasar como nadie se atrevió a fracasar antes. Y aunque yo discrepe de esta afirmación, ya que si por ser fracasado, se llegase a ser artista; David sería el "más mejor" de ahora y siempre en cada segundo, pues sobre el fracaso, y justo ahora, en este momento, nos podría ilustrar con algunos ensayos e infinitos artículos, y no, no es desde esta perspectiva desde donde me introduzco en su genialidad, esa que como el recuerdo llega de otro tiempo, otro tiempo donde por ejemplo: Gil del candelabro sólo era una perífrasis eufemística de gil…, y como dice mi sobrina: lo que sigue. Hoy, parece ser la calificación habitual del poeta. Decir qué se es poeta, es lo mismo que decir, qué se es, "gilipollas". No existe la profesión de poeta como profesión remunerada. Y sin embargo como escribe David en otro de sus poemas:

Parpadea el día
Y las toallitas del alba refrescan el cuello
A los que siguen soñando


Ser poeta para David Abad es seguir soñando, seguir buscando y encontrando las metáforas-visiones de hoy, los encuentros con las nuevas formas y formulas que han de reproducir mañana en el lector, esa gran idea de que ahora está leyendo escritos universales “Y el alma ha roto la cadena del frío.”


Hoy que se mueve el mundo sobre todo por esas delicadas hebras de acero del interés, ¿Qué argumentos nos propondrías para que este u otros mundos, leyesen tu poema?




Para que leyeran mi poema iría a lo clásico y a lo loco y recitaría en cualquier esquina de cualquier lugar y con grandes dosis de entusiasmo y resignación declamaría o berrearía mis palabras o las de otros de mi cuerda

con la desesperación del último día


Muchos más y yo mismo afirmamos que esto es cierto
Un grandísimo abrazo David Abad y hasta que despierte el dormido mundo poético, muchísima suerte


Adiós de un Pil a un encargado aficionado a la pimienta y a la silicona

Tengo un jefe señalado por el dedo pírrico
de una rosa liberal.
Es un rucio con la piel mediocre y agradecida
un garañón a sueldo de los iletrados
que no estudian mérito ni capacidad.

Tengo un encargado que no es parque ni jardín
que no sabe ni savia
y que sólo piensa en verde cuando ve faldas.

Tengo un supervisor que funciona a piñón fijo
y a cerebro estático contra la crítica
que no entiende de gramática
pero que arroja a los leones todos los sentidos comunes
del diccionario)

Tengo un oficial mayor que bebe galones de petróleo adulterado
y obscenidades al por mayor
mientras amanece por encima de su hombro el poder ilegítimo
de una casta que no se llevó el huracán

Tengo un emperador de almacén que se va a quedar sólo sin mí
el próximo martes de otoño y carnaval
cuando mi dignidad diga adiós al uniforme
con las orejas sordas y ciegas
a su última orden sin concierto

David Abad

lunes, 14 de septiembre de 2015

A LA UNA Y ONCE de Un cuántico aleteo



Hasta que mi cabeza no vuelva a estar en sus sitio, y eso, por lo que parece, irá para muy largo, he de comunicar que no os regalo más versos, (y como soy corto, después de ocho años he llegado a la conclusión de que, todo lo que se regala no se aprecia) por lo cual, si me queréis seguir leyendo que, particularmente, claro está, me importa un huevo con patatas y cebolla, tendréis que buscaros otra forma de hacerlo. Bien en las bibliotecas, bien comprando mis libros, bien ignorándome como hasta este momento lo habéis hecho. A mí entender, no se han alcanzado los objetivos fijados, así es que alguien (y por una vez no voy a ser yo) tendrá que pagar los versos rotos.