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martes, 4 de diciembre de 2018

A LA UNA Y CUATRO de (Un cuántico aleteo en la boca)



A LA UNA Y CUATRO

Sobre los pechos de la bailarina,
los lenguajes de mí universo:
genuflexiones de mangas borrachos.

Calculad el castigo arañando su vientre.
Calculad los milagros, con todos sus designios,
hasta conseguir que coincidan dos corazones.

Respetables lectores:
solicito volver al nacimiento.
Solicito esperar hasta que vuelvas
de ese comodín que aún en mí late.
                 


A LA UNA Y CINCO

Así mueren los átomos,
convirtiéndose en mundos
en el instante donde, nuevamente,
alzan la voz y nos sorprenden,
sin ansiedad, durmientes,
por aproximación e indiferencia.


De: Un cuántico aleteo en la boca

EN EL TIEMPO SIN TIEMPO "Pálpitos del tren que no vuelve"

https://www.amazon.es/dp/B08VR8R1K9

                                                                  “Que ayude la experiencia de los años
                                                                  para tocar el alma”
                                                                                               Francisco Brines

                                                                   “Vivir ya es algo”
                                                                                             Jorge Guillen

  
Aún sigo aquí. Simiente que claudica,
rastro apenas visible de la infancia,
futura inmensidad de polvo.

Sigo dulce y teológico, animal indigesto
en la memoria de los hombres todos los días.

Sigo a la sangre en su parte de color marfil.
Sigo desnudo y de ceniza, bárbaro y urgente,
despeinado en la voz mientras me descompongo.
Sigo aullido y silencio en el mismo recorrido.
Otra vez en el mismo recorrido.
 
Deprisa, vivo casi de milagro. Deprisa, 
si borro el casi, ya no vivo.

Me condeno. Condeno y me condeno
en las dudas del ángel empapado de gozos.
En la edad donde ya casi nada hierve,
deseo sentir como vuelve a caer tu falda
ante el filo de mis párpados perecederos:
igual que una embestida juvenil
o el resplandor de sus rituales
Mi lengua necesita viajar desde el asombro
jadeante y perfumado de tu piel  
hasta el mundo incorpóreo de tu lengua.

Hoy ya, no me sostengo.
Sé que no me sostengo.
Ni aquí, ni allí, ni nunca.
Me caigo y me levanto
y vuelvo a caminar
humanísima sombra
por las aceras.

Ahora que el cuerpo ha sido derrotado
y todo se reduce a pensar y elegir bien
los efectos de alguna fantasía:
elijo la monótona discordia
augural de la noche, sus recuerdos,
el tropiezo del mundo femenino:
sus rojos aprendices del miedo en la inocencia.

Elijo, sobre todo
el instante informal
en que se apaga el cirio y la sorpresa:
ese en el que se rompe el himen
sobre un confuso círculo desnudo de voces.

Elijo de los dedos,
su inasible luminiscencia:
la que se posa incendio en el escote,
de otra y otra realidad

Mientras invento 
el sumiso diluvio de los ojos
acampo en tu regazo,
casi desvanecido, me muevo en el umbral
que se aleja del medio día,
en el último pálpito de luz,
justo en el centro del sueño y los deseos.

En lo imposible de las cosas:
hay un latir ocre, una voz y un fuego
casi, casi extinguidos.
Hay también hipotecas
que lo complican todo.
Hay lazos y costumbres
que se transgreden y se distorsionan
como un absurdo que suena a destiempo.
Hay ocasos inflexibles y volteos de angustia
al acecho de una oportunidad ebria y añil,
como si se agotasen de tanto utilizarlas.
Hay distancias que se pueden salvar con la voz.

En el tiempo sin tiempo
todo consiste en ver
y eternizar un soplo,
en seguir hasta que se agoten
los pasos verticales,
de la rutina,
en saber elegir
el acorde adecuado
al envoltorio.
En trabajar y pagar
y sacar adelante a los hijos.
a la familia, al perro y al gato.

Desconozco el afán del hombre por la materia.

Desconozco las palabras exactas
del pacto que firmaron las heridas
con la luz de la tarde y su extensión.

Desconozco los gestos apropiados
que he de utilizar para ensanchar los corazones.

Solo sé, que es el aire y su misterio
quién los acerca cada día, originalmente
desposeídos de toda personalidad.

Sigo vacío y sin consuelo,
como esos ojos que se lanzan
desde las nubes cuando
algo dentro se quiebra.

Sigo sin alma, sigo sin ti, sigo el misterio
de estos pies que me llevan.

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De: Pálpitos del tren que no vuelve

miércoles, 21 de noviembre de 2018

La calle es como el verso impredecible "Consonancias de la voz"


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LA IMPRESIÓN DE MI SOMBRA

 
Una muñeca imposible aprisiona en su pulso
al reloj digital y lo zarandea
antes de denunciar su acoso.
 
Un ombligo de moda, guiña su desnudez
provocando obscenidades a medio mundo.
Al otro medio, entredormido,
acaso algún lamento,
o alguna que otra envidia.
 
Una mirada refulgente exhibe,
como réplica o precipitación al deseo
en las pinceladas del gozo,
su castidad huidiza,
su transición de la luz hasta
el dolor de la sombra.
 
La calle es otro mundo en la ventana.
En las cosas es otra resonancia.
Entre los hombres, otra intimidad.
Todo un principio en otra vuelta.
Esa impresión aromática de una sombra,
una sombra que siempre, siempre vuelve

después de amanecer removiendo claridades
en los fondos inquietos del armario. 
La calle es como el verso impredecible.



Verso del poema "La impresión de mi sombra" que podéis encontrar en el libro Consonancias de la voz

jueves, 8 de noviembre de 2018

A LA UNA Y UNO de "Un cuántico aleteo en la boca"



A LA UNA Y UNO

Novia del aire, del suspiro con representación, y cuerpo
de ese acontecimiento, de un pasado,
que vuelve, a punto de morir y abrir las puertas a la vida
y a la lluvia un paraguas para que se refugien
uno o dos pensamientos, aún, por purificar.


A la una y uno

Los miedos siempre son infantes
que vuelven otra vez cada mañana,
como las piedras y las heridas
y los cristales de los ojos
por los que apenas vemos.

De: Un cuántico aleteo en la boca

lunes, 15 de octubre de 2018

Todo un bosque en la alcoba "Consonancias de la voz"


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Todo un bosque en la alcoba

La palabra abierta al azar
nace sentencia cómplice del hombre,
se expande aliento a la deriva
lejana de la voz hasta que duele o calma.

Entre palmadas de vértigo casi absoluto,
se lanza semilla al aire y se planta.
Se planta el fruto y nace
todo un bosque en la alcoba.

La palabra es siempre impredecible:
puente desde el incendio hasta los labios,
doble ofrenda del vino ante el espejo.



De: Consonancias de la voz

domingo, 16 de septiembre de 2018

Consonancias de la voz




Puedo ser, esa mano abierta
a todos los colores de la tarde,
esa brisa en ti o en tu memoria
doblemente saciada.

Como se crea un instante,
puedo crear tu dominio imperceptible,
aquí donde concluye el verso.

Puedo mirar al aire.
Puedo sentir como es el aire
que dibuja tu nombre. Evanescente,
con la única intención de modelar
ese te quiero que crea un mundo
y lo mantiene entre mis labios.

No habito en el olvido.
Caí de la pluma a borbotones:
silueta de una mancha extensísima
sobre un silencio irreverente.
Caí de lo oscuro de la voz,
de un vuelo consonante
al otro lado del teléfono.

miércoles, 27 de junio de 2018

A LA UNA Y SEIS de Un cuántico Aleteo



                            A LA UNA Y SEIS

Definitivamente
para ir más lejos
hay que vivir
dando la vuelta al mundo
de las envidias,
y contemplar
desde los ojos
de las jirafas,
el paso de los hombres.

¡Lástima saber que es de allí
de donde vengo!
  

                                     A la una y seis

El llanto significa
imaginación y distancia:
cuarenta noches sin dormir.

Las sonrisas en los encuentros,
direcciones en blanco.


                              A LA UNA Y SEIS

En estas fechas,
azules totalmente
abiertas, quedan
al día aullando
nubes de nácar roto.


                             A la una y seis

Voy a ser el sujeto que cualquier verbo lleva.
Para que te estremezca, no busques más contactos.


                              A LA UNA Y SEIS

Había vuelto a ser un niño
cuando sobre los troncos
que su padre plantó,
se lo llevaron.

martes, 10 de abril de 2018

SILEPSIS "Desde el fondo del verso"



La silepsis se involucra en género y número desde la infancia, desde la ‘comprensión’ de su destino, desde la obertura del mundo o de los mundos para, muchísimo después de relajarse, tal vez pensar en ti, en las constantes vitales de tus concordancias, esas que se trastocan para alcanzar a entender todos los significados del verso o de los versos que se acuestan en mi cama. Vienen, o van, o se quedan estos versos justo en el margen exterior de la línea que se marca en el suelo, esa línea donde da comienzo la espera o el apéndice infinito que forma la valiente humanidad cuando pretende cambiarse de género. Mañana es noche de bebes durante todo el día, mientras, este día, importantísimo para el futuro, se echa la siesta.

Con esta figura se mueven siempre los poetas hacia su destino, o hacia su gloria, hacia su abandono, o su permanencia, ya que desde aquí, de manera prodigiosa y natural se plantan en el mundo y depositan, por las buenas o por las bravas patatas de los infiernos, o por los deberes perfectamente hechos, su confianza en la inteligencia de los lectores; concediéndoles así la potestad de poder alcanzar, por sí mismos, la total comprensión de sus versos, sobre todo porque son los dos o tres mordiscos a la fruta de la mañana, lo que les incita a tener que concordar, de manera lógica o semántica, ad sensun ‘conforme al sentido’ del discurso, y no según la norma gramatical, esa sesuda forma antigua aprendida en las escuelas, esa que explica como debieran moverse nominalmente por la frase, tanto los femeninos, que casi siempre nos dominan, y los masculinos, algo más retraídos, como los singulares y los plurales del sustantivo junto al adjetivo y los determinantes que le acompañan, así como la coincidencia del número y la persona entre el verbo y el sujeto.

La silepsis se reactiva, más que en ningún otro lugar, en ese o esa mañana donde la gran mayoría de los hombres juegan a levantarse y vivir entre mis días todos sus tropiezos o todas sus disonancias.

Desde los ojos, de un friki ebrio de orgullo y olvido,
lloran las cruces del anecdotario,
la inquietud blanca de las siete brisas.
Mi cuerpo en la tumbona del psicólogo.

                                           Mentodicles Rédimo


domingo, 14 de enero de 2018

DE TODO LO QUE NO SE PIERDE (Prólogo)



Me presento ante vosotros porque quiero. Sencillamente porque algunos días vienen de la voz, dictados por estas notas sueltas que escoge, para salir y airear de contenidos mi pensamiento: este sonso ir y venir desde la fiesta a la oficina sin costes publicitarios, este protocolo encorsetado “de todo lo que no se pierde”. Me presento ante vosotros sólo, como un número de escaso valor en la estadística del estrés diario.

Me presento porque sí, porque es la única manera que me queda, para retribuir como turista de tus noches, todas esas horas que llegaron voladas ayer, y se reúnen hoy para ti en la boca, envueltas de regalo, en un álbum de instantáneas; tantas, como horas no estuve yo en tu sueño, ni perseguí por las noches tus delirios, no continué incansable, tras los márgenes de esas huellas impertinentes, que poco a poco fueron apareciendo en la piel, y señalaron todo el tiempo que habíamos estado juntos. Esas horas que en ocasiones vinieron del sexo, vinieron vestidas y desvestidas de vaticinios, de certezas de realidades e irrealidades, de confianzas, de la mano tonta, de una incipiente curiosidad por ver todos sus mundos. Todas sus horas que contradicen al silencio. Todas esas horas que una vez impresas, irán a dormir al lado mismo de las buenas noches, en ese espacio esquinadamente útil que ocupa como un estandarte quieto, la mesilla; allí donde tantos versos antes reposaron su silencio.

Digo verso y enciendo circunstancias o todas las luces. Repito: verso y son casualidades que desembocan del movimiento, al súbito esplendor de las razones, razones que son enmiendas del beso al paso por el vértice del rostro, la obligación de meditar solo, en ese otro paso que se adelanta más allá de lo imposible. Algo real que transcurre, como en un estreno de película, desde la alfombra sucia, hasta la pantalla de plasma; detrás, la luna, algo así como una sensación que roza los límites del hemisferio de las luces.

Una sensación que cuando llega, no sólo traspasa el breve instante en que nos arrodillamos juntos, sino que en su reflejo, muestra algo tan presente, como un decir que estoy, algo tan de hoy como una dureza, algo tan de ahora como el movimiento después del movimiento, como tu vientre misceláneo, algo así, como un mañana que viniese a llevar en el camión de la basura, todas las cenizas.

El mutismo, las muselinas de la ausencia, lo que viene doble semilla a reemplazar, sin ver, todo lo ido, todo lo envuelto en su pátina de fiebre inefable, todo lo que huele a nacimiento, y en contadas ocasiones, se instala dentro de una fugitiva desmemoria. Algo tan profundo como el hombre que llega, con la intención de mostrar en una sola toma, las figuras en movimiento.

Si me apuráis y no me sopla el tiempo de las cosas que no visten, desfilaría ante vosotros siempre, desde todo lo que fue indecible. Desde todo lo decible que viene por delante. Desde fuera del círculo de todos los que fueron por detrás. Desde esa ansia ignota que acompaña al desafío.

Desfilo, desde esta ley inmanente de las hojas que llegan de la misma naturaleza al papel, hasta este mismo papel que llevará después el aire por el aire. Desfilo desde esta ley que digo, tan distinta en los gestos y las formas, a esta ley de nuestra selva, a esta ley, también ahora, embrutecida por las mismas envidias que nos vienen de siempre, que llegan y nos critican y nos juzgan y nos condenan, como únicos motivos raros de la creación. Desfilo ante vosotros como la sangre en la pelea, como una mancha rota en su renuncia, como un grifo si me abrís ante el espejo, como un caudal que arrastrase su vergüenza ante Dios, siempre artrítico de miedos que no escapan y sí esperan.

Como comercial que derrite teléfonos, voy buscando, número a número, esa llamada que me permita cobrar a fin de mes. Como aprendiz de poeta, voy buscando, al otro lado de la puerta fría, todo esto que os muestro, esto que aún no está concluido, esto que me cuesta un huevo remover, exprimir y filtrar de su esencia imposible, para así, satisfacer todos los muchos; - no me digas: sí, parece interesante -. No, no me lo digas porque sé, que detrás del no viene siempre cerrar la puerta, como si fuese habitual el paseo de tantas dudas, sobre esta verdad que se derrite, por haber nacido un instante.

Crecer a la sombra del carbón, puede ser algo de lo más natural. Nunca lo he discutido. Desfilar desde la mina hasta su invento de palabra, desfilar sobre esta pasarela que el papel me ofrece, desfilar bajo esta luna o este sol que llega ahorcado por un cable al techo de la cocina inteligente, desfilar desde aquí, desde esta mesa donde visto a las cosas siempre de conocidas rarezas, no será nada si vuestros ojos cuando me abran y me lean no me descubren.

ABSURDOS DE LA CALLE

La calle vuelve a ser hoy,
el sólido diseño
de esta cabeza nuestra
tan turística siempre,
tan transitada de mañanas:
de vidas que acuden y esperan
la llegada de esos últimos metros,
que vienen tan puntuales

y nos llevan tan deprisa al olvido.

OTROS CAMINOS



Ya que los poetas son, generalmente, tipos normales, que vienen a exponer: el paso y la tormenta, el sentimiento raro de la sombra o la sonrisa en la esquina de luz de este mundo global; si quieren sorprendernos y avanzar, (cosa que dudo) deben comenzar a romper y ampliar, hasta inventar el suyo, mi epíteto pleonástico, y entre las soledades que nunca piden cita, cumplir los compromisos que se adquieren al manipular, las dos o tres verdades o mentiras, que acercan las palabras. No sé. Acaso, por ser tan complicado es imposible lo que pido. 

miércoles, 10 de enero de 2018

A mi buen lector. CERRADO POR FALTA DE PRESUPUESTO


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Confirmado. 
Sí, ya os lo puedo confirmar.  
Por falta de subvenciones y presupuesto, este blog permanecerá inactivo hasta que me cure, me muera o encuentre destino y trabajo remunerado, o trabajo. ¡No sé! Tal vez de limpia culos o de limpia almas, pero eso sí, a jornada completa. ¿Quién lo puede saber?, acaso, de plumero de espíritus hasta los laterales de alguna estrella. ¿Quizá?, cuenta baldosas para cabezas enfermas o cuerpos de árboles, quebrados exactos, o aviador envenenado ni más ni menos que por la raíz.
Pero bueno, para que qué tanta perorata, y tanto dislate y tanta soflama si a ti, acostumbrado a los regalos nunca te importaron mis tropiezos ni mis descalabros, entonces: ¿Qué te pueden importar ahora mi grito de ayuda, mi llanto o mi lamento?
Sí, me despido de esta obligación, de este trabajo no remunerado.
Gracias por nada, y ya sabes, si quieres seguir leyendo lo que hice, lo que hago y lo que haré, por un precio u otro precio, me puedes pedir y encontrar en tu librería habitual o entrando en cualquier buscador.
                  Mi más sincero y doliente hasta nunca.