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jueves, 3 de octubre de 2019

RESEÑA a: Cuando se lanzan los cuerpos desde la terraza. Para ver qué sucede. Por Mentodicles Redimo




         La verdad Pepa, es que, sin discusiones posibles, debo darte la razón y confesarte y confesarme, a pie juntillas que, un "pelín" complicado puede ser que sí que sea la poesía de Maximiano. No, no. ¡Qué narices! Un "pelín" no, ¡qué va! Maximiano Revilla es para las mentes de hoy en día, vamos a ver, ¡por supuesto!, tanto por su disparatada originalidad como por su imaginación e innovación desbordante, muy complicado; llegando a resultar ser estos versos gourmet el motivo por el cual su poesía es a la vez, tan atractiva y sorprendente, como denostada y desechable. Sí, digo y confirmo que lo es también, por su personaje sufrible, ese que se abandona al poema de imágenes nuevas, el que se rompe en tus labios y le rompen los labios para crear todos los días, aquel o este mundo imposible que nunca antes apareció en los mapas del verso, este que se presenta, la mayoría de las veces, controlable, aunque, en muchas otras, admito que, sobre todo, para aquellos que le han transitado poco, y quizá por tener el paladar adaptado a las malas imitaciones, puede resultarles insoportable, puede que se les vayan, por otras historias, las neuronas, puede que les patinen los cojinetes, que tropiecen y les sea imposible llegar a tocar o sentir los inmensos universos por descubrir en estos diminutos instantes, en estos que vienen de la mente o de la tierra de Cuando se lanzan los cuerpos desde la terraza. Para ver qué sucede, estos en los que solo queda la impostura del qué dirán, esa trae la satisfacción o insatisfacción de, apoltronándose en el sofá, dirimir y dejarse convencer o maldecir, por nuestro encuentro. 

        Cuando se lanzan los cuerpos desde la terraza. Para ver qué sucede, quiere asomarse a los misterios de otras luminiscencias, presentar de forma diferente todas sus actualizaciones, despertar a uno o dos del sueños, y, por raro que parezca, llevarlo de la mano de los mundos, nunca antes vistos, hasta la plena visión del gozo; y todo ello, siempre resolviéndose o queriendo resolverse al caer la tarde-noche, sobre las caravanas de mosquitos que se atascan en la autopista por la que, tras las horas de trabajo, llegan a casa y se saludan nada más que con monosílabos.

        Cuando se lanzan los cuerpos desde la terraza. Para ver qué sucede, solo pretende asaltar en pleno siglo XXI, los conglomerados emocionales de un aquí personal y un ahora colectivo; solo intenta: sutil o abofeteándose el alma, espolvorear de primaveras y veranos otras energías que luzcan desde un otoño o desde un invierno todas sus diferencias, y que cuando se entremezclen en el tiempo, si se alinean bien, puedan sortear todos los embargos impuestos a distintas inmolaciones, saciar de inquietudes, ese espíritu que se mutila mientras se esconde en paraísos fiscales, nacer y armonizar con cada uno de tus difíciles momentos, todos sus momentos y todos tus momentos. Sí, Cuando se lanzan los cuerpos desde la terraza. Para ver qué sucede, dicen que no es fácil, –¡vaya perogrullada!– que es emocionalmente cruel, que os pierde por los laberintos de su pertinente sensiblería, y que, por raro que parezca, lo cuanta todo de otra forma distinta a la que vosotros conocéis.

                                                                                                 Mentodicles Redimo

miércoles, 17 de julio de 2019

LV; LVI. Polifemo y Galetea

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                   https://www.amazon.es/dp/B08S4TJZ2J

LV

En tablas dividida, rica nave
besó la playa miserablemente,
de cuantas vomitó, riquezas, grave,                                                    435
por las bocas del Nilo el Orïente.
Yugo(49) aquel día, y yugo bien süave,
del fiero mar a la sañuda(50) frente
imponiéndole estaba, si no al viento,
dulcísimas coyundas(51) mi instrumento.                                            440    



(49) Yugo. El instrumento de madera con que se uncen los animales para el trabajo
(50) Sañuda. (Persona) Que actúa con saña o que es muy propenso a ella
(51) Coyundas 1. f. Correa fuerte y ancha , o soga de cáñamo , con que se uncen los bueyes .
La diéresis ¨ se coloca en poesía sobre la primera vocal del diptongo para
indicar que las vocales que lo componen deben pronunciarse en sílabas distintas;
así, la palabra a la que afecta y, en consecuencia, el verso en que aparece  cuentan
con una silaba más a efectos métricos





LVI

Cuando, entre globos de agua, entregar veo
a las arenas ligurina(52) haya,
en cajas los aromas del Sabeo,(53)
en cofres las riquezas de Cambaya: (54)
delicias de aquel mundo, ya trofeo                                                     445
de Escila,(55) que, ostentado en nuestra playa,
lastimoso despojo fue dos días
a las que esta montaña engendra arpías.(56)



(52) Lingurina. Región de Italia donde está Génova
(53) Saba era una región de Arabia. El árbol sabeo es la mirra.
(54) Cambaya era una ciudad de la India famosa por sus artesanos que trabajaban piedras preciosas.
(55) Escila era un escollo del golfo de Mesina, en Sicilia, famoso en la antigüedad por provocar naufragios. Toma su nombre de una ninfa marina a la que Circe transformó en un monstruo.  Horrorizada de ella misma, se tiró al mar junto a la citada roca.
(56) Las arpías eran unas aves con cara de mujer, con fama de codiciosas.

martes, 4 de diciembre de 2018

A LA UNA Y CUATRO de (Un cuántico aleteo en la boca)



A LA UNA Y CUATRO

Sobre los pechos de la bailarina,
los lenguajes de mí universo:
genuflexiones de mangas borrachos.

Calculad el castigo arañando su vientre.
Calculad los milagros, con todos sus designios,
hasta conseguir que coincidan dos corazones.

Respetables lectores:
solicito volver al nacimiento.
Solicito esperar hasta que vuelvas
de ese comodín que aún en mí late.
                 


A LA UNA Y CINCO

Así mueren los átomos,
convirtiéndose en mundos
en el instante donde, nuevamente,
alzan la voz y nos sorprenden,
sin ansiedad, durmientes,
por aproximación e indiferencia.


De: Un cuántico aleteo en la boca

EN EL TIEMPO SIN TIEMPO "Pálpitos del tren que no vuelve"

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                                                                  “Que ayude la experiencia de los años
                                                                  para tocar el alma”
                                                                                               Francisco Brines

                                                                   “Vivir ya es algo”
                                                                                             Jorge Guillen

  
Aún sigo aquí. Simiente que claudica,
rastro apenas visible de la infancia,
futura inmensidad de polvo.

Sigo dulce y teológico, animal indigesto
en la memoria de los hombres todos los días.

Sigo a la sangre en su parte de color marfil.
Sigo desnudo y de ceniza, bárbaro y urgente,
despeinado en la voz mientras me descompongo.
Sigo aullido y silencio en el mismo recorrido.
Otra vez en el mismo recorrido.
 
Deprisa, vivo casi de milagro. Deprisa, 
si borro el casi, ya no vivo.

Me condeno. Condeno y me condeno
en las dudas del ángel empapado de gozos.
En la edad donde ya casi nada hierve,
deseo sentir como vuelve a caer tu falda
ante el filo de mis párpados perecederos:
igual que una embestida juvenil
o el resplandor de sus rituales
Mi lengua necesita viajar desde el asombro
jadeante y perfumado de tu piel  
hasta el mundo incorpóreo de tu lengua.

Hoy ya, no me sostengo.
Sé que no me sostengo.
Ni aquí, ni allí, ni nunca.
Me caigo y me levanto
y vuelvo a caminar
humanísima sombra
por las aceras.

Ahora que el cuerpo ha sido derrotado
y todo se reduce a pensar y elegir bien
los efectos de alguna fantasía:
elijo la monótona discordia
augural de la noche, sus recuerdos,
el tropiezo del mundo femenino:
sus rojos aprendices del miedo en la inocencia.

Elijo, sobre todo
el instante informal
en que se apaga el cirio y la sorpresa:
ese en el que se rompe el himen
sobre un confuso círculo desnudo de voces.

Elijo de los dedos,
su inasible luminiscencia:
la que se posa incendio en el escote,
de otra y otra realidad

Mientras invento 
el sumiso diluvio de los ojos
acampo en tu regazo,
casi desvanecido, me muevo en el umbral
que se aleja del medio día,
en el último pálpito de luz,
justo en el centro del sueño y los deseos.

En lo imposible de las cosas:
hay un latir ocre, una voz y un fuego
casi, casi extinguidos.
Hay también hipotecas
que lo complican todo.
Hay lazos y costumbres
que se transgreden y se distorsionan
como un absurdo que suena a destiempo.
Hay ocasos inflexibles y volteos de angustia
al acecho de una oportunidad ebria y añil,
como si se agotasen de tanto utilizarlas.
Hay distancias que se pueden salvar con la voz.

En el tiempo sin tiempo
todo consiste en ver
y eternizar un soplo,
en seguir hasta que se agoten
los pasos verticales,
de la rutina,
en saber elegir
el acorde adecuado
al envoltorio.
En trabajar y pagar
y sacar adelante a los hijos.
a la familia, al perro y al gato.

Desconozco el afán del hombre por la materia.

Desconozco las palabras exactas
del pacto que firmaron las heridas
con la luz de la tarde y su extensión.

Desconozco los gestos apropiados
que he de utilizar para ensanchar los corazones.

Solo sé, que es el aire y su misterio
quién los acerca cada día, originalmente
desposeídos de toda personalidad.

Sigo vacío y sin consuelo,
como esos ojos que se lanzan
desde las nubes cuando
algo dentro se quiebra.

Sigo sin alma, sigo sin ti, sigo el misterio
de estos pies que me llevan.

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De: Pálpitos del tren que no vuelve

miércoles, 21 de noviembre de 2018

La calle es como el verso impredecible "Consonancias de la voz"


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LA IMPRESIÓN DE MI SOMBRA

 
Una muñeca imposible aprisiona en su pulso
al reloj digital y lo zarandea
antes de denunciar su acoso.
 
Un ombligo de moda, guiña su desnudez
provocando obscenidades a medio mundo.
Al otro medio, entredormido,
acaso algún lamento,
o alguna que otra envidia.
 
Una mirada refulgente exhibe,
como réplica o precipitación al deseo
en las pinceladas del gozo,
su castidad huidiza,
su transición de la luz hasta
el dolor de la sombra.
 
La calle es otro mundo en la ventana.
En las cosas es otra resonancia.
Entre los hombres, otra intimidad.
Todo un principio en otra vuelta.
Esa impresión aromática de una sombra,
una sombra que siempre, siempre vuelve

después de amanecer removiendo claridades
en los fondos inquietos del armario. 
La calle es como el verso impredecible.



Verso del poema "La impresión de mi sombra" que podéis encontrar en el libro Consonancias de la voz

jueves, 8 de noviembre de 2018

A LA UNA Y UNO de "Un cuántico aleteo en la boca"



A LA UNA Y UNO

Novia del aire, del suspiro con representación, y cuerpo
de ese acontecimiento, de un pasado,
que vuelve, a punto de morir y abrir las puertas a la vida
y a la lluvia un paraguas para que se refugien
uno o dos pensamientos, aún, por purificar.


A la una y uno

Los miedos siempre son infantes
que vuelven otra vez cada mañana,
como las piedras y las heridas
y los cristales de los ojos
por los que apenas vemos.

De: Un cuántico aleteo en la boca