A LA UNA Y CUATRO
Sobre
los pechos de la bailarina,
los
lenguajes de mí universo:
genuflexiones
de mangas borrachos.
Calculad
el castigo arañando su vientre.
Calculad
los milagros, con todos sus designios,
hasta
conseguir que coincidan dos corazones.
Respetables
lectores:
solicito
volver al nacimiento.
Solicito
esperar hasta que vuelvas
de
ese comodín que aún en mí late.
A
LA UNA Y CINCO
Así
mueren los átomos,
convirtiéndose
en mundos
en
el instante donde, nuevamente,
alzan
la voz y nos sorprenden,
sin
ansiedad, durmientes,
por
aproximación e indiferencia.
De: Un cuántico aleteo en la boca
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