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miércoles, 5 de septiembre de 2012

AMOR. AMOR. AMOR TODO ES MENTIRA




He aprendido tras mucho tropezar,
con los daikiris y el verano,
de tres a siete cosas
que basan sus estudios
en la nostalgia del erotismo,
en las visiones de los espíritus que suben
desde las raíces hasta la boca.

Filosofías sin pulir
a las vísperas de alguna inquietud virginal,
en las que muere al aire libre
la falsificación de los orgasmos.

Técnicas en pijama
que asientan sus jadeos
sin hacer mucho ruido.
Hombre con hombre
claridades del alba
cuando se va sin dar las gracias.
Una luna que se impregna de otra luna.

Poco me importa
lo que digan hoy
a la vejez de mis bautismos,
los abrazos de algunas maldiciones.
El amor fastidioso de la gente normal,
los enfermos de las audiencias,
el ruido insoportable
de la creación.

Supongo que cualquiera puede ver
la parte cronológica que baila cada noche
sobre esta alfombra de cenizas
a las puertas de mi alma:
un imperio asediado,
los lugares apócrifos, abriéndose de piernas
bajo las catedrales
destartaladas como mi corazón a besos.

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