Me pongo los zapatos y el sombrero,
acaso, y tú lo sabes, demasiado festivo
como para salir a despistar las sombras
de las borracherias que me llaman.
Sus camareras
cortan limones,
y los cuchillos
sus culpabilidades.
Siempre me impresionaron
las pupilas de abstemia
detrás del altar del licor.
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