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jueves, 19 de abril de 2012

AYER ME ALEGRÉ DE NO VERTE




Ayer me alegré de no verte
náufrago de los bares,
en cualquiera de las esquinas
de este u otro mundo,
bebido por saber mezclar
un bote de cerveza
con el cielo que pinta
de licores la aurora.

Ayer demolí los silencios,
de algunas reflexiones
su canción de marfil irreal,
la ceguera de mi delito,
los siempres y los nuncas,
brillantes y resecos que ocupan mi ser,
los muros de la casa y mis errores.

Bien a la luz, destruí la estantería
donde se ordenan todas las especias,
y el tiránico polvo de los días de asueto,
las pócimas de amor escritas en los libros
que nunca tuve la ocasión de ojear.

Corté las raíces de las buenas formas,
y crecí sólo, sólo y ensombrecido:
de cartón piedra, tan cansado
que ayer me alegré de no verte,
de no haber roto la esperanza
de su plural anclaje.

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