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lunes, 23 de abril de 2012
TODA LA ETERNIDAD
Estás enferma,
respiras mal,
y en el hotel de los dolores
lleno de islas de lámparas del día
te desabrochas el sujetador.
Yo tuve que dormir en los pasillos
de tantos hospitales,
llevar urgencias en los dedos
y algunas depresiones en el alma
que recé ateo para que nadie lo viviese.
Sí, tú descansa
que para morir aún tenemos
toda la eternidad.
En la noche, los ojos mustios de la enfermera
que habla idiomas y se junta con gente importante,
que decidió ella sola soltarse los cabellos
dejando escapar un sabor triste
a culpas sonorísimas,
se cierra al dolor de los extraños.
Ya ves amor que no me aparto,
que estoy a tu lado y te sirvo la cena,
que no imagino mi final sin ti.
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