Vistas de página en total

martes, 2 de junio de 2020

“Los nietos de Don Quijote” LA ESCUELA DE LOS SOFISTAS


“Los nietos de Don Quijote”

Los lugares comunes son los enemigos de la ciencia, son los sepultureros de la verdad. La mayor parte de los hombres reposan tranquilos y satisfechos sobre un cierto número de lugares comunes que les ahorra el trabajo de pensar. Hasta los entendimientos más agudos y zahoríes tropiezan y se detienen al dar con uno de estos pedruscos seculares. El lugar común es el dogma del necio...”

Ricardo León 

lunes, 11 de mayo de 2020

ODISEO III


https://www.amazon.es/Cuando-lanzan-cuerpos-terraza-sucede/dp/1791659608

“Atenea, la diosa de los ojos glaucos desapareció convertida en un pigargo.” Y aunque entre mis ataques de catalepsia no distinguiese ninguna de las constelaciones que en los espacios profundos formaban las estrellas, sí que me gustaba mirarlas y disfrutarlas y contarlas cada noche en el cielo antes de cerrar los ojos. No, ni distinguía la inmensa variedad de pájaros, ni de mariposas, ni de insectos, ni de formas, que se me sucedían; pero sí que pensaba pasear por la imaginación poco ante de dormir, aquello que me viniese en gana. Y porque sé que todo está dicho y redicho, quiero volver a escuchar, una vez más de tus labios, esa ofrenda y ese “te quiero” de una hora que me debes. Ese que nada tiene que ver con los pensamientos profundos, ni con descansar en el noble fondo de las formas mutables o inmutables de los abismos, ni con el proceder de los empleados de las lunas de miel soñadas en los trópicos. Es muy simple, su magia o su verdad, ahora, no es ya más que una sucesión de acontecimientos que desembocan en la tragedia de todos los días

viernes, 8 de mayo de 2020

ODISEO II


https://www.amazon.es/Cuando-lanzan-cuerpos-terraza-sucede/dp/1791659608

La noche antes de partir, todos los pretendientes se hicieron notar provocando una gran escandalera, apuñalando mientras dormían las mentiras reales. ¡Sí, sí! Voy a ser rey por alusiones. Voy a recordar y describir los lugares que ya no iluminaban nuestros olvidados, ni las satisfacciones en forma de atracción turística, ni las personas, ni las cosas, y que nuestra flota surcó tan veloz los caminos de los peces que al anochecer llegamos a Geresto, donde nos esforzamos por no dejar entrever nuestras vergüenzas ni, a la vista de todos, como si culpásemos a este, o aquel, o a cualquiera, de nuestras frustraciones, esas con las que invocamos en un instante, al dedo del silencio imperecedero, a ese que según escribieron los entendidos, siempre prefirió ser amputado a señalar a los inocentes y a los culpables.