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viernes, 26 de junio de 2020

A las seis de la tarde de un lunes con dislexias

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I
Hola constelaciones
en las que alguien amado
de cintura hasta el cielo,
observa inconsistencias
totalmente frondosas
al cansancio de sus miradas:
sentimientos de Dios hacia el ocaso.

                  ---o---   

X
Historias que se crean,
al cogerse las manos
en línea recta, recta hasta la calle,
en la noche de algún dios arquitecto,
alguno – ya lo pienso – que hoy se duerme,
con vistas al mar, lejos del paseo
prometido e hilvanado
contra las fotos del recuerdo.
Alguno que, en los ratos libres,
no le queda más qué subcontratarse
en el mantenimiento de la luz,
de las familias y los encuentros.
¿Cuánto, cuánto infinito, tienen
esas camisas puestas
sobre un alma bullente?

                   ---o---

XLIV
Hola desesperanzas
que al desayuno forman
en fila de a uno,
contra mis despedidas,
conspiraciones
a chocolates con nata.
La que nunca confirma,
lo suficiente, que se gusta
como para afrontar en el deshielo
no ser más una planta,
ni ser calidoscopio
entre mis lealtades,
entre sus esmeraldas.
Ni mirar a los miedos de su mundo,
ni hacia atrás, ni a los lados,
ni de frente al abrirse la fortuna
de las contraventanas.
Y ser amante, casi nube,
casi espejo, sí, casi espejo
de algunos compromisos
rompibles o irrompibles
que cenan a las ocho.

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