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miércoles, 6 de febrero de 2013

MUSEO DEL PRADO



Pintura de Maripolius

Hay cientos de secuencias fotográficas
sobre la superficie de tu semblante humano.
Mis calzoncillos siguen en el alfeizar de tu ventana.

Vamos a ver si te puedo besar
apasionadamente antes de Cristo,
cuando se calan todos los sombreros
después de los diluvios,
al sur de la inocencia,
debajo del paraguas de las constelaciones
ahora que nadie mira las figuras del lienzo.

Hay demasiadas tardes y brindis contra el mundo,
y entre las unas y los otros,
pocas conversaciones,
tan pocas que al cumplir los veinte
suponiendo que vayan a llorar de alabastro
mientras ondean sus cabellos
ya se conocen todas

Hay muchísimos párpados cerrados
para el olvido de las muchedumbres
y caderas perfectas con las formas de espuma
que tienen casi todos los comienzos.

Vamos a ver si te puedo besar
estos treinta minutos que dura el bocadillo,
la resaca del hombre hasta doler,
la inmensa superficie del enigma.

Sospechosas, del todo sospechosas
oigamos las disculpas,
de este miedo que exhibe en la azotea
más de dos mil años de continuidad,
el monólogo solo y roto
en la montaña dónde por su inmenso destino
se escuchan sus cuatro tonterías,
las superficies cálidas de los almohadones,
el color evangélico, adolescente y libre
de su naturaleza empapado de alcohol.

¿Para qué alumbrar la calle del sueño,
para qué descifrar su origen,
la manicura del otoño
el tenue rastro de las pinceladas?
¿Cuáles son los efectos de tantos compromisos?

Dame por favor un momento,
un lugar sin colores blancos,
solamente un instante pensativo
para ser inmortal:
un pastillero y su sorpresa.

Vamos a ver si te puedo besar
sobre esta nieve de las cumbres viejas.

martes, 15 de enero de 2013

SWAHILI = SAFARI = VIAJE = AVENTURA




Desde los ojos del guepardo, al otro lado del mundo, se reflejan en miniatura miles de sombras sonrientes. Son pequeños seres desnudos que, por unas pocas monedas, nos llevan el equipaje. Nada que objetar ante tantos antiguos misterio como se aclaran a la hora de buscarse la vida, Son igual que éramos nosotros con el tesoro terrestre de la niñez: esponjas en una cabaña de barro, absorbiéndolo todo. Viéndolos, mi cabeza se llena de recuerdos y mundos y juegos casi olvidados 

Desembarqué a las siete de un rosa continuo, justo en la mitad de un agosto viajero, dentro de los límites del programa turístico. Llegué en el vuelo procedente de Madrid. Cansado, muy cansado, sin ganas de nada que no fuese acostarme, sin ganas, ni tan siquiera de pensar. Y, sin embargo, apenas puse un pie en el suelo, las abismales diferencias, con respecto al mundo, que horas antes, había dejado al otro extremo, avivaron todos mis sentidos, hasta conseguir, hacer, que algo dentro de mí, cambiase.

La gran mayoría de la gente que me cruzaba era de una oscuridad brillante, de cuerpos, de estrellas, de noches casi desnudas. Los menos, los que cubrían su figura con ropas de unas cuantas manos, se mimetizaban tanto, que parecía que era como una prolongación de su piel, de fiesta, de continua fiesta, después de que la lluvia se engalanara de arco iris. Mi guía, apenas un adolescente, se movían con ligereza cargando con la ilusión de mi macuto, unos cuantos sueños y días y vidas. Unas sandalias de animal salvaje cubrían la planta de sus pies.

Aquí, en la distancia de la civilización conocida, las transacciones son rápidas y escuetas, tanto que, a las dos horas, estaba protegido del sol, debajo de una red de camuflaje, que extendida entre dos pilastras, entre dos árboles secos, entre muchas inconveniencias, me dejaba observar, del mundo felino de los guepardos, casi todos sus misterios, casi todas las motas negras que salpican el rubio tostado de su pelaje. Así, desde tan cerca, resultan distintas y atrayentes, como un kit-kat del todo imprescindible para descansar de la rutina. A mi lado, siempre observador e informativo, siempre amable y servicial; se encontraba mi guía y el brillo de la impaciencia acelerando mi corazón. 

En el cristal de los prismáticos, un macho y una hembra, entretenidos y animosos negociaban la fórmula secreta del enamoramiento, el contrato, la distribución correcta de los besos, los quehaceres de la vida diaria. Ellos, nos observan, mientras les observamos. En ocasiones, cuando por casualidad coincidían nuestras miradas, instintivamente, viéndolos tan cerca, sintiéndolos tan cerca, tenía que apartar los ojos, avergonzado por invadir su intimidad 

De improviso, aparecieron ante nosotros por distintos senderos, otros tres guepardos: uno supuestamente vino de la sombra de la sierra que había hacia nuestra derecha, el otro llegó sin duda, de la corriente suave del río en el vado y el tercero apareció como de la nada, pues nada parecía que hubiese más allá de los árboles gigantes: esos tan característicos de todas las fotografías que cuelgan en las agencias de viaje: ellos solo ellos y detrás, el sol abandonándonos. Bueno, miento, en esta ocasión, se encontraba justo arriba de nosotros, en las mismísimas calderas de la creación. Después de unos instantes de conversar, acaso sobre la manera de cómo actuar, todos se han puesto en movimiento: planta atlética, cuerpos estilizados, maneras señoriales, en apariencia, tranquilidad absoluta y calma, mucha calma. A lo lejos, en la distancia, aparece una manada de gacelas, como un plato exquisito, como un reto extraordinario, como una tentación y una necesidad. Cada cual sabe lo que tiene que hacer, sabe que parte del trabajo le toca realizar, sabe hasta dónde llega su compromiso. 

Tras la carrera de obstáculos, el esprint; el último esfuerzo, luego el zarpazo de la su uña hiriente en la nalga de la gacela, casi al instante, se abalanzaron todos contra ella y ya no pudo levantar. 

En la pelea, he vuelto al principio de nuestros ancestros, en los actos amorosos del guepardo he oído la voz y he visto la luz de esos niños desnudos y sonrientes. Por la misericordia de mi guía vuelvo de la otra realidad de un safari de sueño.


lunes, 24 de diciembre de 2012

citas DESDE EL FONDO DEL VERSO



En poesía, al ser la repetición en cualquiera de sus extensiones, uno de los principales apoyos, la mera repetición de ideas, es poco recomendable, motivos por el cual son mayoría los versificadores y escasos los poetas.

martes, 2 de octubre de 2012

EL ALMA EUCARÍSTICA DE LAS COSAS





Un paso no es más grande sólo porque se dé antes,
sino porque las huellas que deja permanecen
en los carteles que se cuelgan de las fachadas.

Su carácter hoy, es cómplice anónimo del humo,
su disfraz anoréxico de espaldas a los dioses.
Su fragancia, sino se pisa fuerte;
llega casi siempre al día, huérfana
del alma eucarística de las cosas.

En el latido donde ruedan
las descripciones de unas cuantas lágrimas,
es donde apoyo el pie para salir, muy elegante,
y marcar, el contorno del ímpetu absoluto.
Tú en la distancia.
Conmigo sólo tu regreso

miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL FOX TERRIER QUE GRUÑE JUNTO A MÍ





Por si te vale de algo,
diré que tengo prisa,
que colecciono sombras
y disparates a tiempo parcial,
que aunque suene a disculpa
me espera mi proctólogo.

En ese Londres
poético de Lord Byron,
vivía de alquiler
y he vuelto a casa con mis padres.

Cansado de que me sancionen,
de saber que no fui nunca necesario,
me suelo deshacer de ausencias:
afirmar que Dios no persigue escarchas.

Se me olvido esperarte,
edificar algunas lejanías,
deshacer las maletas,
los compromisos del amor
que va cruzando de un lado a otro
del escenario y de mi mundo.

Tomo un trozo de pan de presente y futuro,
aquí una ausencia, allá un milagro,
y más allá, abrazándome
los diluvios de la esperanza.

Y no, no me detengo,
no pienso dejar al destino
este batir de las olas que escriben,
con la letra negrilla, oraciones.

Aún no aprendió a mentir:
el mundo arrogante al final de los siglos
cuando ya disimula
porque no quiere que nos vean juntos,
aún no aprendió a mentir

Me falta tiempo para disfrutar,
siempre a tu lado,
el día más hermoso
de mi existencia.

El Fox terrier que gruñe junto a mí,
me hace notar la fuerza de tus manos
sobre mis hombros mientras se relame.

lunes, 17 de septiembre de 2012

LA MISMA PIEDRA




Aun no aprendí a mentir,
a no tomarme nada en serio,
a dibujar en esta orilla sucia
de la conciencia
el segundo plural de mi destino
totalmente quebrado
por la bebida

Nos miramos de cerca
sólo un tímido instante
que se envasó al vacío
en cualquier ocasión.

Cuando los días se caen del bolsillo
del alba en mi destierro,
es muy antiguo romper sin más ni más
los cristales de la inocencia
de todo lo que nos distancia
a lo largo de un año y otro año:
los desnudos nerviosos
de las viejas amantes,
de cabelleras que sin duda evocan
la arquitectura
de sus resquebrajados cuerpos,
los rumores que viven
en la parte gris de la verdad y la mentira,
los fragmentos de cada confidencia.
En el iris desnudo de los martes
junto a la fuente por desmantelar,
el misterio de la primera aproximación,
el sacrosanto origen
de los hombres bebidos.

Más que observar, juzgamos
el aspecto ingenioso de las cosas.
Al subir la montaña, la salida del sol.
No me tientes que a ti me lanzo
vestido de arrogancias y prendas populares

martes, 11 de septiembre de 2012

NUESTROS DELITOS



Ya que no viviremos mucho
habrá que detenerse alguna vez
a pensar y pensar
que no se puede ir por la acera
poniendo marcapasos
al ladrido de los perros,
ni se puede limpiar
debajo de las uñas
su intransigencia  niebla.

En esta ciudad donde nadie se fija en nada,
tendremos que alquilarnos la chaqueta
de la triple locura que nos habla en domingo,
sacudirnos el rojo de algunas lejanías,
la caspa dolorosa que cuelga del respaldo
e inevitablemente nos inclina.
Que me dejen llorar.

Lo cierto es que antes de morir
tendremos que inventar nuestros delitos.
Tendremos que dejarnos mover por sus detalles,
tendremos que esquivar algunos de sus diálogos.
sus tropiezos y sus acusaciones.
Que no me mientan más.