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martes, 29 de mayo de 2012
MENSAJERO
Basta de estupideces,
de oler a combustible y polución,
de continuar la misma lucha
casi todos los días,
trémula y contundente
donde comienza el mar.
A estas alturas,
para cada conquista, es necesario
nuestro exterminio a la resaca
del cocido de viernes.
Tu aniquilación y mi ruina.
Somos experimentos
de copias caducadas,
ensayos de los hombres;
todas y cada una de sus torpezas.
Los requiebros sonoros
de muchas tonterías,
la carta llena de cenizas
comunicando tu abandono,
algo de tiempo
para repartir en la tarde
de los domingos.
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