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miércoles, 27 de julio de 2016

II La Metáfora desde Pálpitos del tren que no vuelve



En el tiempo sin tiempo la metáfora, puede detenerse y al abrirse, respirar de las palabras su frescura, “o el resplandor de sus rituales” “el instante informal en que se apaga el cirio y la sorpresa” “el sumiso diluvio de los ojos”. Puede pasar como si fueran días, años, siglos o épocas distantes, “que se transgreden y se distorsionan como un absurdo que suena a destiempo”. Puede contraerse o alejarse y mostrarnos el todo o la nada de los espacios primeros y segundos peldaños y peldaños sucediéndose con matices distintos, “en el tiempo sin tiempo todo consiste en ver y eternizar un soplo” Puede susurrarnos en la intimidad, “en lo imposible de las cosas” o hablarnos de una manera general y populista desde el interior del mismo verso, “como esos ojos que se lanzan desde las nubes cuando algo dentro se quiebra”, desde una palabra, “deprisa”, desde el poema entero, “ sigo sin alma”, adensando y contrayendo los instantes a voluntad del soberano lector, “igual que una envestida juvenil”

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