Y ya lo podéis tener solicitándolo en el e-mail: poetadeguardia@telefonica.net
o esperando a la salida de agosto en internet o en septiembre en La Casa del Libro. Pero cómpralo, léelo y recomiéndalo
Pálpitos del tren que no vuelve, no busca preferencias por ninguna robustez, ni primeros, ni segundos platos, ni estilísticamente presenta intermedios, ni principios, ni finales que puedan ser tachados de interesadas complacencias. Es la poesía de los desdoblamientos, de la amplitud de los espacios, de la metáfora ilusión que va extendiéndose; desde los títulos que abren con un beso el regalo de unos poemas, hasta la sentencia que rubrican sus finales.
Pálpitos del tren que no vuelve, tiene mucho que ver con esa aproximación a los misterios de las apariencias de una apetecible fantasía que se abre al sueño huérfano de relaciones públicas, que a calzón quitado, como diría el maestro, salta al mundo, a ese mundo al que pretende hacer sangrar con el primer poema “En el tiempo sin tiempo” al que de forma natural y esperada, dan paso unos versos de Francisco Brines y otros de Jorge Guillen.
Sí, por mi parte creo a manos juntas en los colores del carmín de una ciudad que se hunde y resucita mientras pide a versos el socorro que traen los poemas, de amor o de guerra a las puertas de sus capillas. Y es muy posible que con Pálpitos del tren que no vuelve, mañana tengamos barbacoa de verduras en la cocina y que tal vez por ser ya tarde, por no pintar en la pared los desconchones de sus pensamientos, por darles o no darles, antes de que se quemen, una vuelta más a sus despistes, no alcancemos a descubrir, la forma interior del aprecio de las almohadas, ni esa honestidad por la que hoy, se podría discutir sobre su extensión abarcable, o no abarcable, casi casi de la misma manera que con el espectro íntimo que cubre un tanga, pero no, de cómo han de llegar en él los besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario