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lunes, 18 de julio de 2016

CARTA A UNA AMIGA de Pápitos del tren que no vuelve







Estimadísima amiga:

Quiero recordar que ayer en nuestro encuentro, desde las tristezas o las alegrías del amor perdido en las, muy cortas siempre, tardes de la infancia, volviste a preguntar lo mismo que preguntan, después de haber transcurrido un tiempo sin verme, cientos de seres con los que pude o no pude haber coincidido en alguna ocasión. ¡Qué cansancio!, ¡qué desperdicio!, ¡qué pesadez! ¡Qué displicencia!

- ¿Continúas escribiendo poesía?-

Y siguiendo las normas de la cortesía, me contengo. No por mi, ni por ti, ni por dios; no, ni que escribir o no escribir fuese cosa del tiempo, de la lluvia o del sol, de la salud o de la tierra cultísimamente fértil. ¿Continuas siendo tu el padre de tus hijos?

¡Sí, sí! ¡Claro que sí! Me contengo y fotografío Pálpitos del tren que no vuelve por la página cinco, la página donde aparece el título

Me contengo para no expresar, a viva voz, lo que realmente pienso que pasa; que pasa un elefante destrozando mi cabeza. Lo que se mueve y fluye y desborda mi pensamiento. No dejándome otra opción que, de golpe, interrogar." ¿Sabes, acaso, lo que es poesía? Es decir: constelación. Es decir: interrogantes. Es decir: asociaciones de sentimientos e intrigas. Es decir: ¿has leído algún libro más, que ese, o aquel que llaman de las mil mejores o peores damiselas desmedidas del mundo de los versos? ¿Piensas, quizás, que vivo de transfusiones, de transfiguraciones, de transformaciones del aire sucio, en alimento gratis y nutritivo? Pero, ¿para que hacer más fuegos?, con la luz del mundo o la luz de tu cielo, me contengo".

¡Sí! Por supuesto que, en alguna ocasión, tal vez por compromiso, preguntaste por la definición de mis poemas, por como mis versos podrían o no llegar y desnudarse y desnudarte; ¿por qué tendrías que perder, camino de tu casa, algunos céntimo?, esos por los que, ya,  nadie se agacha. ¿Por qué tendrías que perder algunos segundos de luz o de arena?, esa que todos emplean construyendo sus castillos, esa que nadie ahorra. ¿Por qué perder el sueño o el amor comprándome y leyéndome? Ya sabes, y si no lo sabes, te lo digo ahora, que, por mi diez por ciento de diez, me importa un..., no, no que va, ni me importa.

Te confieso, y eso tú sí que lo sabes, como de pronto, tal vez, a la hora del té o de mi sangre, o a la hora del aperitivo de nada sin cerveza; se me apareció la hoja en blanco de un queso de cabra en un bocata de pan, y que acaso por no pagar; Iberdrola me cortó la luz, o que con los años de sequía mi pantano se había quedado sin eco. No sé, tal vez, por no haber podido ser diablo me contengo en mis deliberaciones.

Sin que sirva de justificación, - Sí, sí. ¿Por qué no va a servir de justificación?, anda y qué te jo... qué te ma..., qué te co...; - te diré que mi mundo poético es tremendamente despistado, epiléptico, trasnochador. ¡Ya lo sabes! ¡Sí, lo reconozco! Y reconozco igualmente que es también alegre y y divertido y abierto y doloroso y sorprendente, que viene desde ayer hasta hoy para mañana, monumentalmente creciendo al desatino. En esta poesía mía que te digo, la inquietante ambigüedad de la peripecia y los lances patéticos juegan un papel destacado, por lo que te recomiendo que no entres, para que así, no tengas que volver a intentar quedarte o no quedarte. Particularmente, me da exactamente igual que leas o no leas mis escritos.

Parecería, en ocasiones, que mis versos siguen un desarrollo calmado y sencillo, de andar desnudo por tu alfombra a las cuadro de la madrugada, pero, la sinuosa ampliación de las metáforas lanzadas contra las paredes del mundo, o la sublime desmitificación de los conceptos, del todo inconfesables, te convencerán de lo contrario. - Vamos, si es que llegas a darte cuenta de que, puede que sí; que haya alguna metáfora, o alguna imagen sucia o limpia, o algún paradigma de cuando nos conocimos -.

Sí, es verdad que si te fijas bien, notarás las cicatrices de los maestros, - esos, tan distintos a los tuyos, que ya sangran - esas, tan aterciopeladas que, sin duda, proporcionan la continuación de la grandeza que todo poema precisa, aunque también, es cierto que, las operaciones realizadas con las últimas técnicas quirúrgicas, - sí, ya te lo digo, también soy doctor en cardiopatías humanas - las han disimulado magistralmente, para, así, continuar su propio recorrido. Vamos, te diría que mi poesía es innovación y novedad, algo tan distinto que, apenas, si a cuatro horas de tu abstinencia llega.

Entiendo que no soy fácil ni de tratar ni de leer, que para las mentes multinacionales, puedo resultar cansino, que cuando llega mi correo va directamente a la bandeja de los no deseados, que la gran mayoría de las veces, me clasifica el sistema como spam; lo tengo asumido, lo mismo que a mis dos o tres millones de seres, despiertamente, incondicionales. A ellos les doy las gracias, a los demás también.

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