Como muy bien es sabido, toda creación poética conlleva un proceso evolutivo ascendente, que va desde esa subliteratura de las cartas, los apuntes y las notas del día a día, hasta la mismísima cuna de la excelencia, un proceso que se inicia en la superficie de las cosas conocidas y se expresa con ese lenguaje común o no literario que casi todos los que hemos nacido en alguno de los países desarrollados, aprendemos desde muy temprana edad en los colegios. Así, en más ocasiones de las que fuesen necesarias, olvidándonos de nuestro decoro y cargándonos de tópicos e ideas de uso frecuente, exponemos nuestra intimidad, esa intimidad que sin duda no es tan agradable hacia los demás como nosotros nos pensamos.
Este taller pretende ir unos cuantos pasos más allá, y después de transitar el lenguaje mimético, de explorar la estética del absurdo, llegar y asentar desde su propio mundo creativo, al POETA, a ese poeta que busca el verso nuevo para ser un excelente poeta.
Lección 2
APRENDIENDO A CAMINAR
Como ya, muy bien, nos dejó escrito Günter Blöcker en: Líneas y perfiles de la literatura moderna. “Quien persigue lo desconocido, no puede seguir caminos conocidos, quien quiera penetrar en los arcanos, frecuentemente ha de romper los prototipos”. Y puesto que caminamos y camino con el bastón de la ceguera por delante, sin saber con exactitud lo que pretendo o pretendemos buscar, no me queda otra que hacer mías sus palabras y adherirme a sus destinos, para, desde estos, discutir sobre las verdades objetivas de todas sus creencias. Discutir para poder racionalizar los puntos precisos desde los que seguir considerando seriamente los dobles o triples sentidos fijos u ocasionales que, sin duda, tienen todas las ideas. Para crear ilusiones en cada frase, y en cada verso, infinitos mundos sin pausas, y en cada terremoto, la sinrazón. Comprensible o incomprensiblemente contamos de nuestra vida, todos los acentos sobrepuestos en las escusas del primer cataclismo, por lo que, sería conveniente, aceptando las dudas que acercan algunas circunstancias mentirosas, comenzar a exponer, desde otra perspectiva, esto que digo.
Aún hoy, que en pleno siglo XXI no se ha conseguido una definición exacta de la poesía, una que acierte a mostrarnos su discutible o indiscutible naturaleza, sería poco hábil, sino dijese, tal vez en mi propio interés, que este puede ser un buen momento para concretar algunas de las pistas que nos acerquen a ella.
Así, después de esbozar lo desconocido y exponer parte de lo conocido, no me queda otra opción que comenzar por algo que sí se sabe; que la poesía de la que hablo, nació con los profetas y sus cantos religiosos, esos que conscientes o inconscientes fueron la base de las primeras cornamentas del mundo a los dioses, a esos dioses que pasado el amamantamiento y la infancia, acaso, por la cerrazón encasillada en la norma de las buenas-malas formas, se alejaron del círculo de las faldas dominantes, siempre por ser como fue connatural al ser humano, siempre como lo es la inconstancia que provoca en todos los espíritus sus lamentaciones, las que van en contra de todo lo que hasta ahora se veía como norma establecida, las que se dejan a los lados para volar, sin saber muy bien, ni donde, ni hacia donde, ni por dónde; lo que sí parece seguro es que, desde entonces, nunca más volvieron a ser capaz de estremecerse con su amorosa humanidad, o sus resquebrajos, o sus apocalipsis. Hoy el excedente de profetas y cantos religiosos, distorsionan tanto su posible percepción, que todo vale y nada vale.
Es innegable como en todas las facetas de la vida de los seres humanos, que por dos o tres dime que te digo, ocurre siempre lo mismo; se busca con buenas palabras inventar, para después de una ardua labor de ingeniería, separar los instantes trascendentes incrustados entre la cotidianeidad de las cosas; luego, si se consigue; se expone, y tras la exposición, se tapa de nuevo el sendero para que nadie más lo utilice, y se abandona, y se deja llenar de maleza hasta que con el tiempo se oculta su entrada. Sí, se podría decir que solo se crea como satisfacción personal. Total, ¿a quienes les puede importar dos o tres besos distintos cuando el amor, hoy, se subasta en eBay?
Opino que toda creación poética, debiera conllevar un proceso evolutivo ascendente, para, una vez alcanzada la cima de los deseos, poder bajar a los infiernos o a la calle y calentarse desde esa subliteratura de las listas negras o blancas que aparecen en los diarios o en las notas de atención que se pegan al frigorífico, para que no se olviden las obligaciones, para conseguir alcanzar, tal vez, por un descuido, la mismísima fuente de la excelencia o ese misterio que, en algunas ocasiones, llega puntual en las cartas de amor o despedida, esas con las que el hombre, el poeta, además de imaginar las cosas, las concientiza hasta listarlas, hasta ir al mercado de la memoria y en ella precocinarlas en el cuenco de los deshielos, para, solo después de volver a su estado natural, poder enamorarse y enamorar.
Este proceso que se inicia, seguro, en la superficie de una historia sin historia conocida, este que se expresa con un lenguaje generalizado, un lenguaje común, un lenguaje que no pretende, para nada, ni por nada, ser poético, sino que, más bien, va surgiendo por la necesidad del día a día, desde esas palabras con las que, casi todos los que hemos nacido en alguno de los países, supuestamente, desarrollados aprendimos por repetición y mimetismo en los colegios de la infancia y que, por ello, como tocados de nada creemos ser continuadores.
Los niños y aquellos que por primera vez se acercan a la escritura son por no estar contaminados, los posibles creadores de figuras originales. Y sí, ya sabéis que esto, me lo han soplado otros con los que estoy totalmente de acuerdo, siendo este el motivo, por el que os lo traslado. Decir que el mar es azul y que el sol nos calienta, es igual que no decir nada ya te lo digo, y eso no, no es poesía
Así,
en más ocasiones de las que fuese necesario exponer, olvidándonos de nuestro
decoro, cargándonos de tópicos e ideas de uso frecuente, mostramos, sin
vergüenza, nuestra intimidad, esa intimidad que, sin dudas, o muchas más dudas
de las necesarias, no es tan agradable hacia los demás como nosotros, al
escribirla, pensábamos.
Y el diminuto ser, niño, alumno, anciano, de pronto, se alza sobre sí, recapacita, le da vueltas y vueltas y siente como se quema por dentro esa idea que tuvo de su primer poema. Siendo en ese momento cuando, desde aquel dolor que le acompaña, algo le reafirma en que tiene que ser sobre esa huella donde ha de pisar para dejar su huella, y cierra esa primera puerta por la que entró al mundo hace tantos y tantos miedos, y abre otra, y otros y otros mundos más, hasta no ver en la rectitud de la llanura ningún sendero conocido, hasta comprender que son sus pasos los que van abriendo la marcha y son sus huellas las que van quedando. Sí, entiendo que es difícil aceptar críticas y consejos cuando parece que no hay nada que ganar, ni a lugar alguno donde ir, pero, en muchas ocasiones, sí, se consiguen inventar oasis en los tiempos muertos, resulta que estos, son maravillosos.
Algunos
de tantos aprendices de poeta como surgen cada día, no se conforman y dan un
pequeño paso más y lo desarrollan tal y como lo han aprendido, desde la misma
estética de la mimesis, con el mismo lenguaje mimético y fotocopiado de los
maestros y lecturas anteriores. Casi, casi con los mismos fallos, y los mismos aciertos. Estos,
en cuanto les aplauden los amigos, la primera vez, son los más peligrosos,
puesto que trasladan memorísticamente de su cabeza al papel, las esencias de
los desperdicios que han aprendido. Son ciegos del pasado removiendo, por
satisfacción propia, todas sus capas.
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