maximianadas (Poemas) de Maximiano Revilla: A LA UNA Y VEINTIOCHO de "Un cuántico aleteo en la boca"

miércoles, 20 de enero de 2021

A LA UNA Y VEINTIOCHO de "Un cuántico aleteo en la boca"

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A la una y veintiocho

En busca de un empleo fijo,
pasé algunos instantes
con Pessoa en el Burger King.
Descorchando los signos del insomnio
hasta desfibrilar con las botellas
el entretenimiento.

A LA UNA Y VEINTIOCHO

Admiro tu pasión, tu tranquilidad ante la toma de conciencia que enciende las calderas con sonidos de estómago hambriento, con su orillada estrella que, salvando las caídas en el último instante, se viste de silencio. De Prada y Desigual, de Gaultier Peregrino, de pasión al cero entusiasta de las compras en línea de cualquier maratón.

2 comentarios:

Frida12 de mayo de 2021, 8:15
Muy bueno, Maximiliano. Me gusta la contraposición que haces entre el lujo y el desempleo, lo común de un burguer King con la exclusividad de Pessoa.
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Los niños nunca mueren en mis poemas. / El arcoíris tampoco, ni la lluvia, ni el sol,

“Los labios que finge la noche” de Maximiano Revilla, de Madrid Un total de 308 obras fueron las presentadas al premio de poesía más emblemático del municipio, de las que el jurado seleccionó diez para deliberación final. El premio, fue para el autor madrileño Maximiano Revilla Vega y a la obra poética titulada “Los labios que finge la noche”. El fallo del jurado, en el que hubo gran consenso, se basó en “los hallazgos poéticos en los textos, la belleza del título y las imágenes de impacto que crea en el lector”. También destacan la “sonoridad y el efectismo literario”.

A este lado de mis días

Sí, voy a comentar, o mejor, vamos a comentar igual que si comentásemos un partido de fútbol, o, de tenis, o una sonrisa chechena, o azerbaiyana, como por motivos del todo incomprensibles, hay aquí algo de aquellos alegres cuerpos de las estepas que siempre me impresionaron, aquellos condescendientes colegas que, siendo arañas, o dedos, me hicieron cosquillas en las espaldas, y me obligaron con sus torturas, a que hablase del otro ingenuo ser que me posee: ese, ese distinguido rostro sesentón y espontáneo, ese que siempre me dice que me deje de hostias y que cierre la casa, y que vaya a dar por el culo al mundo en su destierro de difunto imperfecto.