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martes, 18 de abril de 2017
IV PARA DAR OTRA VUELTA POR EL VERSO
¿Quién no sabe que toda palabra para completar su significado, requiere alejarse de la realidad a la que se refiere? Lo que quizás no sepan todos es que, para volver a reactivarla, se precisa de la genialidad y el esfuerzo de un trabajador poeta, ya que por sí sola, al carecer de sentimientos: (que como ya en otras ocasiones habíamos hablado, son, sin duda, un rescoldo insalvable por la brutalidad o la caricia de todos los destinos), no, por sí sola no es capaz, ni por asomo, de volver a iluminarse e iluminarnos. Y sí, es verdad, que no todos pueden ver ese instante, esa palabra, de la que hablo, ni pueden sentir su cosquilleo abriéndose al mundo debajo, muy por debajo de la calva de esa instancia que alberga la conciencia tan vacía, en tantos y tantos, que si pudiesen tener la fortuna de ser rozados por ella o de sentirla pasar por delante de los ojos en alguna ocasión, luego, como aquellos pocos que lo consiguieron, harían lo imposible por volverla a encontrar y revivir; otra, y otra, y tantas otras veces como les fuese posible.
Y es que, para que vamos a negarlo, la palabra poética conecta y desconecta los contenidos del pabellón competitivo de las respiraciones, dispone de otro modo la colonización de las cosas, sensibiliza los labios a la hora de decir y de mamar.
“Todo verdadero poeta es un hereje”
M. de Unamuno
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