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viernes, 20 de septiembre de 2013

MI VECINO ME TIENE LOCO



Mi vecino imperfecto, tiene extraños poderes con rasgos del Gran Mestre sedentario, y la capacidad de ofrecer sin temor destinos, totalmente abiertos, igual que mi camisa alrededor de tus aullidos, a lo infinito de las cosas, a la cintura fiel e inextinguible de la cerveza, al cortejo sedoso de un cuerpo de gimnasio con golpes orientales.

Mi vecino me tiene loco. Podría realizar si me lo pide, cualquier trabajo, esculpir a los perros, uñas de porcelana, saltar, lo mismo que sus amos, en el jardín trasero, solo me tiene que poner a prueba.

Pocos, muy pocos capitanes con nombre pueden ocultar su aventura, los vientos de su historia, su íntima y personal faceta perfeccionista, la innovadora forma de besarse los pies; la nuestra aún no ha empezado.

Mi vecino me oferta un tarro rebosante de quizás, o de tal vez, y de golpe, dos sirenas y un, todo es posible, sin espacios a los que acudir a meter el mismo dedo que metemos en el ojo de quién nos ama.

Después de los diluvios quedan por vaciar de enigmas los trasteros, en contra de la química de todos los instantes, esa inquietud que vienen y apenas si nos roza, de poesía que confirme la entrega.

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