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jueves, 23 de febrero de 2012
POEMAS PARA CREAR ESCUELA III Juan Carlos Mestre
Fotografía de Elena Alvarez de Castro
POEMAS PARA CREAR ESCUELA III
Si la felicidad consiste en recibir un e-mail donde la contestación es afirmativa, hoy yo, puedo decir que soy feliz.
Juan Carlos Mestre: Premio Nacional de Poesía. Premio Adonais. Premio Jaime Gil de Biedma, me presta en esta ocasión, EL ADEPTO poema que por supuesto ya está creando escuela.
Hoy que el mundo se mueve sobre todo por esas delicadas hebras de acero del interés, ¿qué argumentos nos propondrías para que éste u otros mundos, leyese tu poema?
Amigo Maximiano, con mucho gusto, puedes hacer uso del poema que estimes más adecuado a tu propósito y proyecto, soy yo el agradecido por tu interés y la delicadeza y generosidad de tus palabras. Me pillas ahora de viaje, en Nueva York, con poco tiempo para la meditación y con algo más que ruido en la poca cabeza que me va quedando sobre los hombros, aún así y respecto a tu pregunta creo que contestaría lo siguiente:
“Leer poesía es ejercer el derecho civil de la imaginación, acaso una de las formas en que la salud del bien se hace presente como delicadeza, utopía y conciencia del porvenir”.
Muchas gracias por tu afecto Maximiano, sabes de mi cariño recíproco, amigo. Mestre.
EL ADEPTO
Erguida estás, señal.
José-Miguel Ullán
He leído durante toda la noche el Discurso sobre la dignidad del
Hombre de Pico de la Mirándola,
de él se deduce que el 14 de mayo de 1486 no existe,
que la primavera y la juventud son hijas de Marsilio Ficino,
que la belleza es por derecho mitológico esposa del trípode y el
camaleón.
Acepto haber leído el destino en un vaso de agua seis mil años
antes de la muerte de Platón,
acepto haber alimentado a un animal de uñas curvas,
acepto la influencia de los magos persas.
No tengo hijos, ¿acaso he cometido un crimen?
Tampoco tengo energías para la épica .
Confieso adorar descalzo el triángulo de la piedad que otros
llaman cubo de Zoroastro,
confieso mi creencia en la teología del número 7 y la gestación de
los donantes de calor,
confieso mi fe en Timeo de Locros astrónomo de lo diverso.
He leído durante toda la noche el árbol de la conjetura,
de sus frutos he traído a mi casa la escalera circular junto a la que
Jacob tuvo un sueño
y el testimonio sobre la naturaleza celeste de todas las piedras.
Asumo haber prestado atención a lo que impide,
asumo la visitación del pródigo y la música de las esferas,
asumo no haber dejado escrito nada que no me haya sucedido en el
futuro.
He leído durante toda la noche el Discurso sobre la dignidad del hombre,
de él se deduce la aritmética del mar y la Ley bajo la corteza de la encina,
de él se deduce el río de la ciencia y la golondrína de los caldeos,
de él se deduce la inexistencia de la muerte y la fecundidad de lo
discutible
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De nuevo, me siento privilegiada, por haber elegido una fotografía mía, para tan hermoso poema.
ResponderEliminarGracias Maxi.
Elena.