En ti se encuentran los ecos vitales
de la arena, del beso de la espuma
que arrastra a la deriva tu memoria:
el paso de Penélope evidente.
No quiero reprocharte nada
aunque eche mucho de menos no poder sentir
esas cosas normales de cualquier otra vida.
A veces, sí, a veces me sucede
que, al vestir tu leyenda,
esa que fue de arcilla
y memoria por dentro,
abro los ojos
y el bazar cotidiano
de algunas seducciones,
contra las mariposas
que, sin duda, de tanto amar
revolotean por mi cara.
Hoy las mujeres no hablan de otra cosa.
Sí, aquí, sobre los cuerpos que me
afligen
voy a juntar con mis años tus días,
a beber victorioso tus colores
a buscar a la vuelta en sombras del maquillaje,
el tiempo por vivir: Niña, mujer, anciana,
cuando nadie nos mire, te amaré como siempre.
de la arena, del beso de la espuma
que arrastra a la deriva tu memoria:
el paso de Penélope evidente.
aunque eche mucho de menos no poder sentir
esas cosas normales de cualquier otra vida.
A veces, sí, a veces me sucede
que, al vestir tu leyenda,
esa que fue de arcilla
y memoria por dentro,
abro los ojos
y el bazar cotidiano
de algunas seducciones,
contra las mariposas
que, sin duda, de tanto amar
revolotean por mi cara.
Hoy las mujeres no hablan de otra cosa.
voy a juntar con mis años tus días,
a beber victorioso tus colores
a buscar a la vuelta en sombras del maquillaje,
el tiempo por vivir: Niña, mujer, anciana,
cuando nadie nos mire, te amaré como siempre.
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