TODO UN BOSQUE EN LA ALCOBA
La palabra abierta al azar
nace sentencia cómplice del hombre,
se expande aliento a la deriva
lejana de la voz hasta que duele o calma.
Entre palmadas de vértigo, casi absoluto,
se lanza semilla al aire y se planta.
Se planta el fruto y nace
todo un bosque en la alcoba.
La palabra es siempre impredecible:
puente desde el incendio hasta los labios,
doble ofrenda del vino ante el espejo.
La palabra abierta al azar
nace sentencia cómplice del hombre,
se expande aliento a la deriva
lejana de la voz hasta que duele o calma.
Entre palmadas de vértigo, casi absoluto,
se lanza semilla al aire y se planta.
Se planta el fruto y nace
todo un bosque en la alcoba.
La palabra es siempre impredecible:
puente desde el incendio hasta los labios,
doble ofrenda del vino ante el espejo.
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