Llamo
a la gente
y
nadie me contesta.
Recientemente
muero azul amargo
y
rojo y verde y caradura,
humilde
caballero
a
puerta fría,
haciendo
telemarketing
para
vender mis huesos
a
la beneficencia.
Llamo
a mi casa.
Llamo
a mi corazón.
Me
llamo para ver si aún tengo línea
y
nunca me descuelgo.
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