Hasta que mi cabeza no vuelva a estar en su sitio, y eso, por lo que parece, va para muy largo, he de comunicar que no os regalo más versos, ni más poemas, ni más amistades, (después de ocho o nueve años, he llegado a la conclusión de qué todo lo que se regala no se aprecia) por lo que, si me queréis seguir leyendo, algo que particularmente, claro está, me importa un huevo, en su justa medida con patatas y cebolla; tendréis que buscaros otra forma de hacerlo. Bien en las bibliotecas, bien comprando mis libros, bien ignorándome como hasta ahora habéis hecho. A mí entender, no se han alcanzado los objetivos fijados por la cara de niña que presenta la foto.
Consonancias del silencio
Solo
en este momento de elegir
cierro
y me derrito polvo de tantas ausencias:
la
doble cara del árbol ante la puerta solo.
Déjame
penetrar en tu silencio.
Déjame
buscarte en el dintel desmemoriado
de
todas estas cenizas de ausencia
que
nos envuelven siempre, siempre.
Déjame
acercar al beso todo su relámpago.
Aquí
donde duerme la luna
su
llamarada o su llanto de infancias,
hay
puertas transparentes
que
se cierran al abrazo veloz del olvido:
¡como
si Dios nunca estuviese dentro!
Un poema muy hermoso, lleno de sensibilidad y plagado de la melancolía que traen las ausencias y los recuerdos. Te seguiré leyendo. Un saludo
ResponderEliminarGracias Luardid. Es un placer saber que hay alguien al otro lado que le llega lo que escribo. Un honor tenerte como lect@r
ResponderEliminarRealmente precioso Maxi, es dulce, tierno, sensible, hasta tiene una cierta sensualidad.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho! gracias.