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Hubo un instante
Hubo un instante en el que, incluso
a pesar de todo lo que pudiese parecer y aparentar,
estaba muy claro el motivo por el que siempre quedábamos
a las puertas de los hoteles de cuatro y de cinco estrellas:
para que así pareciese que no dejábamos nunca de entrar o salir,
y que íbamos o veníamos, haciéndonos,
de esta manera, a la idea de que siempre estábamos viajando.
Pero no, no te enfades por no confesarte la verdad.
No, no, sí, sí, tú ya la sabías. ¡Claro que tú ya la sabías!
La verdad que siempre tiene infinitos senderos,
te puede confirmar que jamás salimos del barrio;
sobre todo, por mis enfermedades,
y por mis borracheras, y por mis desenfados.



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