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miércoles, 27 de junio de 2018

A LA UNA Y SEIS de Un cuántico Aleteo



                            A LA UNA Y SEIS

Definitivamente
para ir más lejos
hay que vivir
dando la vuelta al mundo
de las envidias,
y contemplar
desde los ojos
de las jirafas,
el paso de los hombres.

¡Lástima saber que es de allí
de donde vengo!
  

                                     A la una y seis

El llanto significa
imaginación y distancia:
cuarenta noches sin dormir.

Las sonrisas en los encuentros,
direcciones en blanco.


                              A LA UNA Y SEIS

En estas fechas,
azules totalmente
abiertas, quedan
al día aullando
nubes de nácar roto.


                             A la una y seis

Voy a ser el sujeto que cualquier verbo lleva.
Para que te estremezca, no busques más contactos.


                              A LA UNA Y SEIS

Había vuelto a ser un niño
cuando sobre los troncos
que su padre plantó,
se lo llevaron.

martes, 10 de abril de 2018

SILEPSIS "Desde el fondo del verso"



La silepsis se involucra en género y número desde la infancia, desde la ‘comprensión’ de su destino, desde la obertura del mundo o de los mundos para, muchísimo después de relajarse, tal vez pensar en ti, en las constantes vitales de tus concordancias, esas que se trastocan para alcanzar a entender todos los significados del verso o de los versos que se acuestan en mi cama. Vienen, o van, o se quedan estos versos justo en el margen exterior de la línea que se marca en el suelo, esa línea donde da comienzo la espera o el apéndice infinito que forma la valiente humanidad cuando pretende cambiarse de género. Mañana es noche de bebes durante todo el día, mientras, este día, importantísimo para el futuro, se echa la siesta.

Con esta figura se mueven siempre los poetas hacia su destino, o hacia su gloria, hacia su abandono, o su permanencia, ya que desde aquí, de manera prodigiosa y natural se plantan en el mundo y depositan, por las buenas o por las bravas patatas de los infiernos, o por los deberes perfectamente hechos, su confianza en la inteligencia de los lectores; concediéndoles así la potestad de poder alcanzar, por sí mismos, la total comprensión de sus versos, sobre todo porque son los dos o tres mordiscos a la fruta de la mañana, lo que les incita a tener que concordar, de manera lógica o semántica, ad sensun ‘conforme al sentido’ del discurso, y no según la norma gramatical, esa sesuda forma antigua aprendida en las escuelas, esa que explica como debieran moverse nominalmente por la frase, tanto los femeninos, que casi siempre nos dominan, y los masculinos, algo más retraídos, como los singulares y los plurales del sustantivo junto al adjetivo y los determinantes que le acompañan, así como la coincidencia del número y la persona entre el verbo y el sujeto.

La silepsis se reactiva, más que en ningún otro lugar, en ese o esa mañana donde la gran mayoría de los hombres juegan a levantarse y vivir entre mis días todos sus tropiezos o todas sus disonancias.

Desde los ojos, de un friki ebrio de orgullo y olvido,
lloran las cruces del anecdotario,
la inquietud blanca de las siete brisas.
Mi cuerpo en la tumbona del psicólogo.

                                           Mentodicles Rédimo


domingo, 14 de enero de 2018

DE TODO LO QUE NO SE PIERDE (Prólogo)



Me presento ante vosotros porque quiero. Sencillamente porque algunos días vienen de la voz, dictados por estas notas sueltas que escoge, para salir y airear de contenidos mi pensamiento: este sonso ir y venir desde la fiesta a la oficina sin costes publicitarios, este protocolo encorsetado “de todo lo que no se pierde”. Me presento ante vosotros sólo, como un número de escaso valor en la estadística del estrés diario.

Me presento porque sí, porque es la única manera que me queda, para retribuir como turista de tus noches, todas esas horas que llegaron voladas ayer, y se reúnen hoy para ti en la boca, envueltas de regalo, en un álbum de instantáneas; tantas, como horas no estuve yo en tu sueño, ni perseguí por las noches tus delirios, no continué incansable, tras los márgenes de esas huellas impertinentes, que poco a poco fueron apareciendo en la piel, y señalaron todo el tiempo que habíamos estado juntos. Esas horas que en ocasiones vinieron del sexo, vinieron vestidas y desvestidas de vaticinios, de certezas de realidades e irrealidades, de confianzas, de la mano tonta, de una incipiente curiosidad por ver todos sus mundos. Todas sus horas que contradicen al silencio. Todas esas horas que una vez impresas, irán a dormir al lado mismo de las buenas noches, en ese espacio esquinadamente útil que ocupa como un estandarte quieto, la mesilla; allí donde tantos versos antes reposaron su silencio.

Digo verso y enciendo circunstancias o todas las luces. Repito: verso y son casualidades que desembocan del movimiento, al súbito esplendor de las razones, razones que son enmiendas del beso al paso por el vértice del rostro, la obligación de meditar solo, en ese otro paso que se adelanta más allá de lo imposible. Algo real que transcurre, como en un estreno de película, desde la alfombra sucia, hasta la pantalla de plasma; detrás, la luna, algo así como una sensación que roza los límites del hemisferio de las luces.

Una sensación que cuando llega, no sólo traspasa el breve instante en que nos arrodillamos juntos, sino que en su reflejo, muestra algo tan presente, como un decir que estoy, algo tan de hoy como una dureza, algo tan de ahora como el movimiento después del movimiento, como tu vientre misceláneo, algo así, como un mañana que viniese a llevar en el camión de la basura, todas las cenizas.

El mutismo, las muselinas de la ausencia, lo que viene doble semilla a reemplazar, sin ver, todo lo ido, todo lo envuelto en su pátina de fiebre inefable, todo lo que huele a nacimiento, y en contadas ocasiones, se instala dentro de una fugitiva desmemoria. Algo tan profundo como el hombre que llega, con la intención de mostrar en una sola toma, las figuras en movimiento.

Si me apuráis y no me sopla el tiempo de las cosas que no visten, desfilaría ante vosotros siempre, desde todo lo que fue indecible. Desde todo lo decible que viene por delante. Desde fuera del círculo de todos los que fueron por detrás. Desde esa ansia ignota que acompaña al desafío.

Desfilo, desde esta ley inmanente de las hojas que llegan de la misma naturaleza al papel, hasta este mismo papel que llevará después el aire por el aire. Desfilo desde esta ley que digo, tan distinta en los gestos y las formas, a esta ley de nuestra selva, a esta ley, también ahora, embrutecida por las mismas envidias que nos vienen de siempre, que llegan y nos critican y nos juzgan y nos condenan, como únicos motivos raros de la creación. Desfilo ante vosotros como la sangre en la pelea, como una mancha rota en su renuncia, como un grifo si me abrís ante el espejo, como un caudal que arrastrase su vergüenza ante Dios, siempre artrítico de miedos que no escapan y sí esperan.

Como comercial que derrite teléfonos, voy buscando, número a número, esa llamada que me permita cobrar a fin de mes. Como aprendiz de poeta, voy buscando, al otro lado de la puerta fría, todo esto que os muestro, esto que aún no está concluido, esto que me cuesta un huevo remover, exprimir y filtrar de su esencia imposible, para así, satisfacer todos los muchos; - no me digas: sí, parece interesante -. No, no me lo digas porque sé, que detrás del no viene siempre cerrar la puerta, como si fuese habitual el paseo de tantas dudas, sobre esta verdad que se derrite, por haber nacido un instante.

Crecer a la sombra del carbón, puede ser algo de lo más natural. Nunca lo he discutido. Desfilar desde la mina hasta su invento de palabra, desfilar sobre esta pasarela que el papel me ofrece, desfilar bajo esta luna o este sol que llega ahorcado por un cable al techo de la cocina inteligente, desfilar desde aquí, desde esta mesa donde visto a las cosas siempre de conocidas rarezas, no será nada si vuestros ojos cuando me abran y me lean no me descubren.

ABSURDOS DE LA CALLE

La calle vuelve a ser hoy,
el sólido diseño
de esta cabeza nuestra
tan turística siempre,
tan transitada de mañanas:
de vidas que acuden y esperan
la llegada de esos últimos metros,
que vienen tan puntuales

y nos llevan tan deprisa al olvido.

OTROS CAMINOS



Ya que los poetas son, generalmente, tipos normales, que vienen a exponer: el paso y la tormenta, el sentimiento raro de la sombra o la sonrisa en la esquina de luz de este mundo global; si quieren sorprendernos y avanzar, (cosa que dudo) deben comenzar a romper y ampliar, hasta inventar el suyo, mi epíteto pleonástico, y entre las soledades que nunca piden cita, cumplir los compromisos que se adquieren al manipular, las dos o tres verdades o mentiras, que acercan las palabras. No sé. Acaso, por ser tan complicado es imposible lo que pido. 

miércoles, 10 de enero de 2018

A mi buen lector. CERRADO POR FALTA DE PRESUPUESTO


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Confirmado. 
Sí, ya os lo puedo confirmar.  
Por falta de subvenciones y presupuesto, este blog permanecerá inactivo hasta que me cure, me muera o encuentre destino y trabajo remunerado, o trabajo. ¡No sé! Tal vez de limpia culos o de limpia almas, pero eso sí, a jornada completa. ¿Quién lo puede saber?, acaso, de plumero de espíritus hasta los laterales de alguna estrella. ¿Quizá?, cuenta baldosas para cabezas enfermas o cuerpos de árboles, quebrados exactos, o aviador envenenado ni más ni menos que por la raíz.
Pero bueno, para que qué tanta perorata, y tanto dislate y tanta soflama si a ti, acostumbrado a los regalos nunca te importaron mis tropiezos ni mis descalabros, entonces: ¿Qué te pueden importar ahora mi grito de ayuda, mi llanto o mi lamento?
Sí, me despido de esta obligación, de este trabajo no remunerado.
Gracias por nada, y ya sabes, si quieres seguir leyendo lo que hice, lo que hago y lo que haré, por un precio u otro precio, me puedes pedir y encontrar en tu librería habitual o entrando en cualquier buscador.
                  Mi más sincero y doliente hasta nunca.

martes, 25 de julio de 2017

Consonancias del silencio "Consonancias de la voz"

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Consonancias del silencio

Solo en este momento de elegir
cierro y me derrito polvo de tantas ausencias:
la doble cara del árbol ante la puerta solo.

Déjame penetrar en tu silencio.
Déjame buscarte en el dintel desmemoriado
de todas estas cenizas de ausencia
que nos envuelven siempre, siempre.
Déjame acercar al beso todo su relámpago.

Aquí donde duerme la luna
su llamarada o su llanto de infancias,
hay puertas transparentes
que se cierran al abrazo veloz del olvido:

¡como si Dios nunca estuviese dentro!

                        De:  Consonancias de la voz

miércoles, 19 de julio de 2017

Reseña a UN CUÁNTICO ALETEO EN LA BOCA Por Mentodicles Redimo

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Ya sabes donde me puedes encontrar, a la vuelta de la esquina de tu imaginación. Aquí, en este abismo donde caen tus circunstancias.

Vamos a ver si nos aclaramos mientras, como dice Maximiano "Suena un despertador con el que me recreo", o seguimos y seguimos enciscándonos con los peldaños de una historia y otra historia, siempre lateral y contundente, pétalo de las formas antiguas en las que, con tanta comodidad, por conveniencias y mala praxis nos desenvolvemos tan bien, a las tres de cualquier mediodía.

Particularmente, después de haber vivido en un segundo sin ascensor, "Hay un hambre general", y a mí me da lo mismo sobrevivir o no al cielo de los inocentes acusados, o al infierno de los tíos y de las tías buenas; mis dedos, de sobra saben cómo han de moverse entre tus mariposas, como han de dibujar tus constelaciones, como han de morir para vivir entre tus dedos.

Y puesto que sucede ahora lo mismo que sucedió siempre. Y puesto que, vuelvo a no estar dentro; ni al lado, ni cerca, ni nunca, ni más allá, ni más acá de la burbuja de tu consciencia o inconsciencia, me voy a dar un baño lejos de las multitudes, alrededor de tus miradas, justo aquí, impertinente caradura que sin querer se os escapa, lo mismo que el significado de los versos que escribe Maximiano. Particularmente, pienso que vosotros os lo perdéis, y os perdéis los cien mil escenarios de sus salpicaduras. 

Expuesto lo cual, ya os puedo decir que: UN CUÁNTICO ALETEO EN LA BOCA vino a ser todas y cada una de las pretensiones posibles o imposibles que acercan, sin ser fácil, ya lo advierto, la locura o realidad estacionada en la cabeza del autor, mientras, espera que te cambies de calzado para ir, en la tarde, a pasear con él. "Me agota y me detiene mi torpe independencia:" Dice en uno de sus versos. Y parece, ¡mira tú por dónde!, a mí no me sorprende, pero así se ha escrito, que ya se ha convertido en toda una renovación y revolución de dichos y redichos, de luces y de sombras que hacen un total de veintinueve segundos, de cinco en cinco mundos que, a su manera, lo van dando consistencia hasta conseguir imaginar como alcanzar esas veintinueve distancias tratables o intratables de las que está compuesto, y de las que se habla, "En un cuántico aleteo en la boca" -ya te lo digo-: o bien, bien, o, mal, mal, y de las que ya, incomprensiblemente, se escriben tesis favorables y desfavorables para enseñar a las nuevas generaciones. "En el calor azul de los invernaderos, preguntas y respuestas". 

Bueno. Vale. Digamos que, para la comida rápida, la que hoy está de moda, es complicado digerir tanta distancia. "Sobre los pechos de las bailarinas, los lenguajes de mi universo". Que, a Maximiano, le importa poco ser, o no ser mortal o inmortal. Que cuando se lee por primera vez, y tan solo se raspa la superficie de su verso: distinto, contundente, fuera de los recorridos habituales, ya lo digo, tan distinto a todo lo que hasta hoy estáis o no acostumbrados, que acaso, antes de ir al curro, no os dé tiempo para hacer la digestión. ¿Y sabéis qué? Lo bueno de no esperar nunca nada, es que no se tiene que dar a nadie explicaciones, que todo fluye hasta tropezar con la historia, aunque, esta, venga de forma natural, de cinco en cinco segundos hasta completar veintinueve complicaciones. 

Para que no os pille desprevenidos, ya os lo suelto aquí, a plena luz, a instante y fuerza, a palabrajos cara a cara, UN CUÁNTICO ALETEO EN LA BOCA, poéticamente ha llegado para cambiar unas cuantas cosas, unas cuantas formas oxidadas de cantar y contar las cosas, o al menos, así lo defiende muy vehemente Maximiano Revilla.

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                                                                              Mentodicles Redimo