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lunes, 3 de agosto de 2015

MESTER DE CLERECÍA O POESÍA CLERICAL



                                                                                            
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MESTER DE CLERECÍA O POESÍA CLERICAL

Los dos sintagmas están admitidos para caracterizar la poesía culta de los siglos XIII y XIV española, considerados con la obra de Santo Tomas de Aquino: Summa Theologica como la edad de oro de la escolástica y el periodo de mayor esplendor de la teología. El Mester que toma el nombre del exordium del Libro de Alexandre donde se esbozan los rasgos distintivos de la escuela, coincide en el tiempo con el auge cultural de los reinos cristianos,.

Mester traigo fermoso: non es de joglaría,
mester es sen pecado, ca es de clerecía
fabar curso rimado por la cuaderna vía
a sílabas cuntadas, ca es grant maestría
(c.2)

Sí, es verdad que durante el siglo XII se vislumbraron ya algunos focos de intensa actividad cultural, como la escuela de traductores de Toledo, el Monasterio de Ripoll o la corte arzobispal de Santiago de Compostela, no fue hasta un siglo después cuando eclosionase este resurgir cultural. El dominio del mundo cristiano sobre el mundo árabe, el renacer del comercio y la reforma cultural programada en el IV concilio de Letrán, fueron algunas de las causas que motivaron esta prosperidad.

Mester es la derivación vulgar de ministerium; que significa oficio o empleo. Clerecía, que se denominaba al conjunto de clérigos, pasó a ser, el conjunto de saberes o conocimientos. “Mester es sen pecado”, es la metáfora descriptiva, de esa perfección que se busca en la métrica carente de todo defecto, de toda impureza, de todo pecado. La formación de los clérigos que hasta ese momento para ser ordenados “in sacris” se había limitado a memorizar una serie de contenidos litúrgicos, pasa a estar condicionado “fasta que sepan (los clérigos) fabar latín”, pensando entonces que la ignorancia no es apta para obtener la salvación.

El movimiento literario del mester de clerecía se configura en la Universidad de Palencia y surge como superación del arte juglaresco. Y aunque toma de éste bastantes elementos como las apelaciones al auditorio, la demanda de galardones, la solicitud de benevolencia o el epíteto y la fraseología épica. Las diferencias: métrica, prosódica y rítmica son considerables, así como los temas y la constante consulta a las fuentes escritas hasta entonces, la Biblia como estandarte principal y luego todos los demás documentos latinos o franceses escritos. Aun a pesar del arte culto y erudito de que son poseedores, con una clara voluntad de estilo, se expresan en “Román paladino, / en el cual suele el pueblo fabar con so vezino” la lengua asequible al gran público con la que acercan los temas cultos a su mentalidad. Destacable es también ese ir más allá de la anonimia del juglar. “Maestro, tú me crieste, por ti se clerezía…” (Alexandre, c.38 a).

Menéndez Pelayo afirma que la lengua de estos poetas “es algo prosaica y no tiene mucho color ni mucho brío, pero es clara apacible, jugosa expresiva y netamente castellana”. Al tratar temas tan variados el vocabulario se enriquece considerablemente. La sintaxis es “grave, reposada, majestuosa” (Giménez Resano) y viene determinada por la forma métrica que se emplea.

El estilo es más cuidado que el de los juglares, aumentando considerablemente el uso de metáforas y símiles que toma en la mayoría de las ocasiones de la vida cotidiana, del campo, del hogar, de las cosas sencillas e inmediatas. El hipérbaton exigido por la necesidad expresiva es abundante

El verso utilizado es el alejandrino, que según las fuentes de las que se atragante uno, debe su nombre o bien al empleo que se hizo en las adaptaciones francesas medievales de las leyendas de Alejandro Magno o bien al desarrollo de manera autónoma de los fundamentos latinos. Este verso consta de 14 sílabas, divididos por una fuerte censura en dos hemistiquios de 7 silabas cada uno, que pueden terminar en agudas, llanas o esdrújulas, haciendo posibles toda una serie de combinaciones o juegos silábicos, capaces de establecer las estructuras rítmicas. Los “clérigos” agrupaban los alejandrinos en estrofas de cuatro versos con rima consonante¸ denominados cuaderna vía, o tetrástico monorrimo; procedente para unos de la poesía latina eclesiástica y para otros son de origen francés.

Frente a la rima asonante del mester de juglaría, usaran la rima consonante, frente a la irregularidad métrica, un cómputo rígido de sílabas con un ritmo perfecto, frente al anonimato, aparece el autor individual. Su pretensión era dar lecciones de bien rimar, medir y componer para que sus oyentes-lectores creyesen y se fiases de lo que se les decía. La poesía clerical donde los aspectos formales juegan un papel indispensable es consecuencia de la reforma propugnada en el IV concilio de Letrán. El tratamiento sustancial del contenido poético es uno de los rasgos diferenciadores de esta escuela en la que los autores utilizan temas profanos salpimentados de abundante erudición. Cuando tratan asuntos eclesiásticos, lo hacen para divulgar una determinada religiosidad dentro de una concepción teológica particular a la que se le asigna una funcionalidad didáctica de orientación cristiana. El poeta épico se inspiraba en los hechos históricos coetáneos, buscando deleitar con una funcionalidad noticiera, los poetas del mester de clerecía lo hacían desde las fuentes escritas, citando constantemente: “estorias”, “dictados”, “escriptos”, “libriellos” pensaban que el documento escrito tenía carácter de autoridad, por eso en lugar de deleitar, que también lo hacían, buscaban sobre todo aprovechar.

Para algunos estudiosos, debido a la culta y erudita naturaleza del autor, las obras del mester de clerecía estarían destinadas a la lectura privada de un público minoritario, explicándose de esta manera la escasa difusión de la gran mayoría de sus poemas. Para otros, por el contrario, estarían destinadas al mismo público que cantaban los juglares. Sin embargo, por determinados contenidos temáticos, hay quien avala un pluralismo en la recepción.

Se distinguen dos grandes períodos en el desarrollo del mester de clerecía: el primero perteneciente al siglo XIII cuyos poemas presentan una mayor homogeneidad y una clara uniformidad poética, citándose como ejemplos, el Libro de Alexandre, Libro de Apolonio, Poema de Fernán González, así como toda la obra de Gonzalo De Berceo. El segundo período quedaría configurado por todas las obras del siglo XIV caracterizadas por una polimetría que pierde en la forma esa rigidez característica de la cuaderna vía, a la vez que los temas adquieren un fuerte tratamiento satírico y moralizador, destacando: El libro del buen amor, Vida de san Ildefonso, Rimado de Palacio, y el Libro de miseria de omne. Intercaladas en estos períodos, se compondrían, según Estrada, obras “clericales en verso juglaresco”

EL LIBRO DE ALEXANDRE

El libro de Alexandre es considerado actualmente el primero de la llamada escuela del mester de clarecía. Extrayéndose de su 2ª estrofa el carácter vanguardista y manifiesto poético que marcará la nueva forma de hacer literatura.

La obra se conserva en dos manuscritos: el uno perteneciente al Duque de Osuna, que en la actualidad se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, y el otro, denominado manuscrito de Paris, por encontrarse en la biblioteca de esta ciudad. Al libro de Alexandre se le atribuyen, según que fuentes se tomen como referencia, distintos autores: a Gonzalo de Berceo como su obra de juventud, a Juan Lorenzo de Astorga, a un autor anónimo que al estilo de las crónicas alfonsíes formaría parte de un equipo de colaboradores, postura esta, que debido a la ingente cantidad de fuentes a las que hace alusión, parece ser la que más se aproxima a la realidad.

También la naturaleza lingüística del original presenta diferentes puntos de vista, ya que mientras en el manuscrito de Madrid, se contagia de leonesismos, que según algunas opiniones fueron introducidos posteriormente por los copistas, en el de Paris sucedió algo parecido, solo que son las formas lingüísticas navarroaragonesas las que lo hacen, tal vez como un uso arcaizante de la poesía del mester de clerecía. El profesor Alarcos sin embargo cree que “su lengua original era el dialecto castellano, aunque con algún arcaísmo precastellano”.

El Libro de Alexandre que refleja la vida de Alejandro Magno, se distribuye en tres grandes bloques temáticos. Después de un breve exordium en el que el autor ofrece y justifica su servicio, se pueden distinguir tres partes en la materia narrativa. En la primera se trata del nacimiento, infancia, y formación del héroe. La segunda se inicia con la coronación de Alejandro a la que sigue la narración de sus grandes conquistas. Y por último la tercera recoge las circunstancias de su muerte, con lo que el poema adquiere una fuerte impronta moralizadora. El libro de Fernán González tiene una distribución muy similar.

El número tres es la base estructural de todo el relato, acaso porque tanto para el mundo grecolatino como para la tradición bíblica del Antiguo Testamento, los números impares estaban dotados de una significación religiosa muy especial. Por eso el número tres, por ser las divinas personas del Dios Trinitario, adquirió un fuerte simbolismo para el hombre medieval.

Como toda la poesía clerical del siglo XIII y XIV el Libro de Alexandre tiene una fuerte orientación didáctica. Presenta el ideal de un caballero cristiano, en el que se unen el hombre de letras (sabe clerecía ya que ha estudiado el Trivium y el Quatrivium) y el hombre de armas (por ser armado caballero) además de estar revestido de la dignidad Real. Por haber sido capaz de conseguir como hombre, todo menos vencer a la muerte, cuando esta llega, lo hace para representar el mito del ídolo caído.

EL LIBRO DE APOLONIO

Compuesto hacia la mitad del siglo XIII, el único manuscrito que se conserva se encuentra en la Biblioteca de El Escorial, vinculado por el didactismo cristiano que sazona la obra al estamento clerical. Aunque nada sabemos de su autor, intuimos que poseía una gran cultura, pues además de estar familiarizado con la literatura latina, conocía la tradición odiseica que empieza con Homero.

De naturaleza lingüística genuinamente castellana, parece que un escribano tardío fue rectificando lo que a él le sonaba extraño, modificando las técnicas métricas y normas lingüísticas del poeta primigenio. Calificado por Manuel Alvar como “relato de carácter odiseico”, el héroe está condenado a un continuo peregrinar, según el modelo que acuño Homero y que repiten las novelas bizantinas. La chicha del contenido poético versa sobre la leyenda de Apolonio. Aunque el tema es de origen griego, la versión más antigua conocida pertenece a la tradición latina, la Historia de Apollonii Rigis Tyri escrita hacia el siglo V o VI.

El poeta castellano adapta el texto latino con gran originalidad literaria y voluntad de estilo; mediante la “aemulatio” convierte en criatura poética lo que en el original latino es sólo un relato escueto y descarnado. El elemento original más importante de esta adaptación es la cristianización de muchos temas paganos, la purificación léxica y conceptual, la supresión de escenas poco edificantes. Basada en la técnica de los contrastes entre infortunio y bienandanzas, entre dinamismo y estatismo, los quiebros inesperados mantienen viva la atención del lector.

Las vicisitudes por donde hubo de pasar el rey Apolonio, núcleo argumental del poema, sigue una estructura rectilínea, a la manera de un cuento; “érase una vez…” Nos presenta tres historias claramente dependientes: El enigma de Antíoco que una vez descubierto es el factor desencadenante de toda la acción; las aventuras y episodios enlazados bajo la relación causa-efecto, la historia de Luciana en Éfeso y la de Tarsiana en Tarso y Mitilene.

El entorno del relato no son los prados, ni las flores, ni el canto de los pájaros, sino que es la ciudad-puerto, el mar que se convierte en el escenario principal es además de un personaje vivo al que se le califica con atributos humanos, a través del mar, adquiere dramatismo el discurso narrativo con las dos tormentas que describe. Los campos semánticos en torno al mar y los oficios marinos son en este poema los más abundantes. La música también desempeña un papel importante en la vida de los protagonistas, los tres tienen una habilidad especial para este arte. Apolonio y Luciana la música cortesana y palaciega, Tarsiana la juglaresca y popular.

POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ

Es un poema de naturaleza híbrida que mezcla el tema épico perteneciente a la tradición popular del mester de juglaría con la técnica literaria, la forma, la funcionalidad y la utilización de fuentes propias del mester de clerecía. Copiado en el siglo XV ha llegado hasta nosotros en un códice que se conserva en la Biblioteca de El Escorial. Compuesto en el siglo XIII por un monje del Monasterio de San Pedro de Arlanza, al que vincula el autor, por sus donaciones, al protagonista del personaje histórico. Según los tradicionalistas, la historia del conde Fernán González, héroe de la independencia castellana, cristalizaría muy pronto en pequeños cantos noticieros a partir de los cuales se habría formado el cantar de gesta hoy perdido. En él se acentúa la rebeldía del conde contra el rey leones, mientras que en el poema este rasgo se atenúa y muestra la imagen de un héroe piadoso que establece lazos indisolubles entre Castilla, Fernán González y el Monasterio. Las huellas, de la tradición popular y juglarescas que habrían quedado en las crónicas medievales: La Najerense (s. XII), la Primera Crónica General (s. XIII), y La Crónica de 1344, las habría recogido este clérigo para con una clara intención propagandista regional y estamental, revistiéndolas con el ropaje del “nuevo mester” dar así forma a la obra. El individualismo niega este origen.

Como casi todas las obras de esta época, el relato está estructurado en función del número tres, siendo estos los grandes temas de que se compone: Castilla, Fernán González y el Monasterio de Arlanza, yendo de lo general a lo particular: lo mejor del mundo, España; lo mejor de España, Castilla; lo mejor de Castilla, la montaña, en la cual, tras ser robado por un carbonero, pasó su infancia el conde, marcando así un deliberado contraste entre estos orígenes humildes y la grandeza futura del héroe. El autor nos ofrece las coordenadas espaciotemporales en las que sitúa al protagonista libertador utilizando el viejo tópico de la perdida de España y el elogio de España, cuya estructura profunda está dividida por los adverbios de tiempo “antes/agora”; el “antes” fue triste, el “agora”, venturoso. “Un movimiento circular que lleva a España, a través de triunfos y caídas, desde la gloria ilustre de su pasado hasta la gloria ejemplar de su presente”. (Gimeno Casalduero)

El poema está indudablemente ligado a un culto sepulcral puesto que los restos del conde reposan en San Pedro de Arlanza, al que hizo importantes donaciones. Fernán González persiguiendo un jabalí, entró involuntariamente en una pequeña iglesia, cometiendo sacrilegio, aun así, el monje Pelayo le profetizó la victoria en la batalla contra Almanzor que tendría lugar al día siguiente.

GONZALO DE BERCEO

Fue el primer poeta conocido del mester de clerecía. La supuesta fecha de su nacimiento ronda el año 1195 en un pueblo de la Rioja, perteneciente a la diócesis de Calahorra y se educó en el monasterio benedictino de San Millán de Suso. Sus poemas han llegado hasta nosotros recogidos en dos códices que se conservan en el Archivo de Santo Domingo de Silos el uno y en la Real Academia Española el otro. Según cuenta en sus escritos, fue maestro titulado por la Universidad de Palencia en la doble vertiente Literaria y Teológica. Calificado por algunos como un ingenuo y candoroso poeta que repite los lugares comunes de la tradición, en cuanto nos adentramos en el tratamiento temático de sus poemas y descubrimos como maneja con maestría el nuevo “modus versificandi” todas las calificaciones se desmoronan.

Escribe para el pueblo de manera sencilla, apartándose de los manuales clásicos, de los tecnicismos difíciles de comprender y poco útiles para la religiosidad del hombre medieval. Sí, es cierto que Berceo no crea, sino que divulga y explica, enseña y difunde una teología existencial, no conceptual, una teología que entra fácilmente por los ojos. Detrás de su aparente ropaje sencillo, se descubre un poeta culto que maneja con maestría el cómputo silábico “a sílabas contadas”, y utiliza como norma la rima consonántica. Beber de las fuentes escritas es otra de las características de todos sus poemas, de ahí la reiteración de sintagmas como: “según dize la estoria”, “según cuenta el libriello”. La naturaleza narrativa de sus poemas hace que la descripción sea otra de las características de su poética. Sus cuadernas tienen sentido completo, cerrándose en unidades sintácticas sobre sí mismas. Su técnica narrativa fue comparada con determinadas estructuras arquitectónicas, como el tímpano del pórtico gótico o la disposición del retablo en las catedrales del mismo estilo.

Domina todos los resortes de la retórica medieval y de las artes praedicandi y sin caer en el artificio se sirve abundantemente de ello. Importante es el uso del diminutivo que tiene una función esencialmente emocional. Gusta de parejas que califican mejor que artísticamente, oportunamente; también le gusta jugar con adjetivos contrarios y frecuentemente usa el superlativo en el que predomina la forma perifrástica. Se sirve de la sinestesia, aunque no logre con ella grandes efectos poéticos ni expresiones originales. Abundan las llamadas figuras de dicción: aliteraciones, anáforas…; es decir las figuras que tienen una función reiterativa, de aprendizaje y enseñanza; también es frecuente el uso de paralelismos, con valor sinonímico o antitético.

En la sintaxis de Berceo predomina el ritmo lento, tardo, propio del mester de clerecía. Machado refiriéndose a él, escribe: Su verso es dulce y grave; monótonas hileras/ de chopos invernales en donde nada brilla:/ renglones como surcos en pardas sementeras… Subraya Artiles la tendencia de Berceo a juntar oraciones y palabras de igual función sintáctica. Predomina sobre el asíndeton el polisíndeton. Es bastante frecuente el uso del hipérbaton.

Brian Dutton modificando la idea del clérigo simpático, bonachón, sencillo, ingenuo y de excelente humor, nos presenta un poeta interesado y calculador que compone sus versos con un afán propagandístico. Tras decaer el monasterio de San Millán por la competencia de otras fundaciones en la ruta de peregrinación, Berceo en la Vida de San Millán intenta justificar y legalizar unos tributos ante el pueblo, además traduce al romance un documento falso, escrito en latín, con el que pretendía hacer pagar a todos los pueblos de Castilla y de Navarra una cuota anual, establecida por el mismo Conde Fernán González.

Obras de teología moral: Las hagiografías

Berceo más que hablar de vicios y de virtudes en abstracto, divulga la vida de unos personajes que han seguido la senda de la virtud, utilizando para ello el género hagiográfico en el que la ejemplaridad está en función del didactismo catequístico, no exento de una importante carga propagandística.

La Vida de San Millán, inspirada en la fuente latina de La Vita Beati Aemiliani de San Braulio, obispo de Córdoba, escrita a principios del siglo VII y la Vida de Santo Domingo cuya fuente inmediata es la Vita Sancti Dominici del siglo XI, escrita por Grimaldo. Con importantes analogías entre sí, como la división tripartita perfectamente equilibrada, donde después de un “exordium” con la invocación al Dios trinitario, el autor adopta una actitud juglaresca, buscando la “captatio benevolentiae” de su auditorio, al que prepara para que acepte como verdadero cuanto les va a narrar: una “estoria” en la que delimita las coordenadas geográficas del entorno en el que vivieron sus héroes, siempre de origen humilde y medio pastoril, de camino a la santidad, que llegará ratificada por los milagros que el santo realiza ya “in vita”, pero, sobre todo, “post mortem” lo que asegura su ejemplaridad y su poder de intercesión.

Martirio de San Lorenzo breve poema donde nos cuenta la vida del protagonista. Vida de Santa Oria donde el tema principal fueron las visiones de que gozó la santa en los últimos años.

Obras de teología dogmática. Obras Marianas

Que recogen el conjunto de verdades que forman el llamado “credo religioso” sobre el que se fundamenta la piedad del individuo. Giran en torno a María que es Virgen y Madre intercesora del ser humano ante Dios.

Los Loores de la Virgen que es un breve “compendium Historiae salutis”. Historia de la salvación, desde el Antiguo Testamento. Contra lo que indica su título, no es una obra exclusivamente mariana, pues los versos relativos a la Virgen en los que se implora su ayuda y se cantan sus alabanzas, están al principio y al final. En el centro encontramos motivos bíblicos, comentarios sobre los mandamientos, las fiestas religiosas, el juicio final, etc.

El Duelo de la Virgen que recoge el dolor de la virgen desde el momento en que Jesús cae prisionero, hasta el día de su Resurrección. María baja de los cielos para visitar a San Bernardo que siente vivos deseos de conocer lo ocurrido en aquellos momentos. El hondo dramatismo de la obra reside en que no es el poeta quien nos narra la Pasión, sino la propia madre. Es el único escrito, que con la inclusión de la “cantiga de veladores” ¡Eya velar!, se aparta de la cuaderna vía.

Los Milagros de Nuestra Señora es una colección de veinticinco relatos en los que se narran los milagros de la Virgen. Siendo en ella como protagonista donde descansa el sentido último de la obra, en muchas ocasiones con las debilidades propias del ser humano. En el prólogo, que es una alegoría del tópico “locus amoenus” nos presenta a la Virgen como un “prado verde e bien sencido” donde el hombre peregrino encuentra albergue y reposo. Berceo quiere probar el poder intercesor de la Virgen que es abogada y defensora del ser humano. La estructura es uniforme, con un protagonista transgresor de la norma moral y elemento pasivo de la acción salvífica realizada por la Virgen, llevándonos a comprobar que cuanto mayor sea la transgresión, mayor será el resplandor de la acción salvífica

La estructura es bastante parecida en todos los milagros. Presenta un personaje; se pone en evidencia su devoción a la Virgen, que en ocasiones coexiste con graves faltas; le sobreviene un gran daño que puede ser incluso la muerte en pecado y la condenación eterna; María le ayuda a salir con bien y el poeta remata exhortando a su público a que sea devoto de tan poderosa señora.

Para Graciano es evidente que toda la obra gira en torno al antagonismo entre “los dos planos del bien y del mal, de la salvación y del pecado, de lo divino y lo diabólico.

Obras de escatología. Poemas doctrinales

El hombre medieval vive absorto por el más allá, viendo la muerte y la vida futura como una liberación de este mudo caracterizado como “valle de lágrimas”. Berceo en De los signos que aparecerán antes del juicio final nos ofrece su versión de los comentarios que San Jerónimo hace en un sermón de las visiones apocalípticas, nos muestra con llamativa plasticidad los quince signos que anuncian el juicio universal y de los pecados que entonces recibirán su castigo, todo dentro de una tonalidad didáctica y catequística.
El sacrificio de la misa es un poema que consta de 297 estrofas dedicadas a explicar al auditorio las diversas partes de la misa, contraponiéndolas a los antiguos sacrificios de la ley mosaica. De clara finalidad didáctica, tiene como fuente la Biblia y los tratados de Hugo de San Víctor y de Inocencio III.


                                                                                            Mentodicles Redimo

miércoles, 29 de julio de 2015

DESDE EL FONDO DEL VERSO. diccionario de términos




Un apólogo es una narración cuyo propósito es instruir sobre algún principio ético o moral o de comportamiento, por lo general situado al final o al principio de esta y denominado moraleja. Generalmente se escribe en prosa. Es explicativo, por lo que tiene una extensión de media a grande. Sus personajes son personas. Contenido moralizante o didáctico. Plasma, hechos que parecen de la vida real. Son historias creíbles. Poseen ingeniosa inventiva y fuerza imaginativa. Se preocupa por la perfección interior, la búsqueda de ideales, la reflexión trascendente, el sacrificio y la abnegación por las grandes causas, así como por enfatizar principios elevados.

Los goliardos eran clérigos que buscaban en la poesía juglaresca un medio de vida. Denominados clerici vagantes o goliardi, pertenecían a los estratos más bajos de la jerarquía eclesiástica y se dedicaban a vagar por los caminos vendiendo su habilidad poética y musical a cambio de limosna.

Isosilábicos son los versos que tienen el mismo número de sílabas, por el contrario, a isosilabismos o heterométrica, son los versos que no guardan regularidad en cuanto al número de sílabas métricas. El a isosilabismo es característico de los cantares de gesta.

El exordio; del latín exordium, es en retórica, la primera de las partes canónicas del discurso. Es la introducción o explicación con que se introduce un discurso. Su función es señalizar que el discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u objetivo.

Las partes del discurso son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio)

Ars praedicandi es una de las artes medievales que tiene como objetivo el aprendizaje de la predicación eclesiástica. Enseña a escribir y exponer un sermón.

Ars bene dicendi es la técnica de expresarse de manera adecuada para lograr la persuasión del destinatario

El Políptoton, Polípote, es una figura de dicción que se crea al repetir una misma palabra con sus diferentes morfemas flexivos: (masculino, femenino, singular, plural, modo verbal, etc.)

¿Cómo quieres que te quiera si al que quiero que me quiera no me quiere como yo te quiero a ti?

La escatología es la parte de la teología que estudia el destino último del ser humano y el universo.

Locus amoenus es un término literario proveniente del latín que significa lugar ameno o placentero y generalmente se hace referencia a un lugar idealizado.

Prosodia
La prosodia es el conjunto de fenómenos fónicos que abarcan más de un fonema o segmento -entonación, acentuación, ritmo, velocidad de habla, etc.-, por lo que se les denomina fenómenos suprasegmentales. La prosodia cumple una función clave en la organización e interpretación del discurso y, además, transmite información emotiva, sociolingüística y dialectal.

Hagiografía
Ciencia histórica que investiga el desarrollo de la técnica, método y estilo con que a través de los siglos se han tratado las biografías de los santos y las vicisitudes del culto que se los ha tributado. Hagiógrafo es el autor de una biografía de un santo y también el estudioso de cuestiones hagiográficas.

Poesía Anacreóntica
Poesía que exalta los placeres sensuales, procurados por el goce estético de la Naturaleza, la degustación de la comida, la bebida y las vivencias del amor. Iniciada por Anacreonte, poeta griego; es asimilada por el latino Catulo y posteriormente por algunos poetas del renacimiento. En el s XVIII también es empleada por Menéndez Valdés.

Bucólica

Poesía cultivada por el griego Teócrito y por el latino Virgilio, en la que se recrea una naturaleza idealizada, en cuyo marco, unos pastores también idealizados, viven una experiencia amorosa, haciendo participes de sus gozos y desventuras a los elementos de la naturaleza

viernes, 17 de julio de 2015

CANTAR DE MIO CID. El primer gran best seller de la literatura española



El Cantar de Mio Cid, que se conserva hoy en la Biblioteca nacional tras ser donado a ésta por la fundación March, forma un tomo con setenta y cuatro hojas de pergamino grueso y de mala calidad, escritas por las dos caras y distribuidas de manera irregular en once cuadernos. Sí, es cierto que tiene algunas ausencias de versos que les dio por viajar, exactamente 270, con los cuales se habrían llegado a completar los 4.000 versos que compondría, en letra clara, pero sin cuidar, la obra completa.

No hay seguridad de que este Best Seller que hoy se conserva, sea la primera versión realizada con estos versos, sino una de tantas copias como la tradición escrita u oral nos presenta, o sin duda puede que sea una mezcla de ambas que se hizo circular por aquella época, lo que si resulta claro es que está muy bien elaborada; según unos, por juglares, según otros, por clérigos. Diversos escritos como la Crónica de los veinte reyes; que prosifica una versión diferente, permitió al compararlas, corregir errores y completar algunas de las páginas perdidas. La Primera crónica general que también prosifica el poema hasta el verso 1.094, ayudó a ello.

Firmado por Per Abbat en el siglo XIV (1207/1307), da pie a pensar que fue este personaje el autor del poema y de la copia que ha llegado hasta nosotros, aunque la presencia de rasgos lingüísticos y ortográficos que en este siglo estaban en desuso, hacen suponer a Menéndez Pidal que el cantar se había puesto por escrito mucho antes, a finales del siglo XII o principios del XIII.

Por su importancia, por ser madre y padre de nuestra literatura, por presentarnos la gran mayoría de los elementos que mueven el mundo: amor/odio, guerra/paz, aventura y desventura, honor y deshonor, por el considerable número de ediciones realizadas hasta la fecha, hacen, que considere el Cantar de Mio Cid como nuestro primer Gran Best Selller.

La fecha de su composición es un asunto que desde nunca ha estado definitivamente resuelto. Están los que, por su inmenso contenido histórico, la sitúan muy cerca de la muerte del Cid, en el año 1099 y aquellos otros que, por considerarla ficticia, esta fecha la retrasan. Menéndez Pidal al publicar la edición de 1908, basándose en datos internos y externos fechó el cantar en torno a 1140, años más tarde rectificando sus conclusiones y expuso la teoría de los dos autores, donde argumenta que la primera versión, se hizo poco después de la muerte del heroico protagonista, entre 1105 y 1110 siendo refundida y ampliada 40 años más tarde por otro juglar, siendo esta, muy posiblemente la versión que ha llegado hasta nosotros. Ubieto por su parte, intenta demostrar que el Cantar es posterior a 1200. Reconoce que el poema primitivo se escribió hacia 1140, pero la versión que conservamos fue rehecha a principios del siglo XIII ya que refleja realidades históricas posteriores a la fecha propuesta por Menéndez Pidal, como que en el poema se cita la ciudad de Cetina, fundada en 1154, así como a los Reyes Magos que eran desconocidos por la cristiandad occidental hasta que sus presuntos restos mortales fueron trasladados a Colonia en 1164, detalles que parecen pruebas irrefutables de una datación tardía, pero que como afirman otros estudiosos, todo esto bien pudo ser una aportación posterior

Otros autores señalan que la versión original fue hecha unos veinte años después de la muerte del héroe (1099); que hubo otra entre 1140 y 1150 y una tercera hacia 1160 que es la que copiaría Per Abat en un códice de 1207. E. von Richthofe, sostiene que el poema del que salió todo el conjunto, serían los versos 1085-2060, es decir, casi todo el cantar segundo y los dos últimos versos de este 2.276-2.277; compuesto poco después o incluso antes de la muerte del Cid. Luego el mismo poeta u otro lo completó con el cantar primero y otro, más tardíamente interpoló el episodio de las bodas, de las arcas de arena y tal vez, el de la huelga de hambre del conde de Barcelona y lo relativo a la afrenta de Corpes, por lo que la composición quedaría: primero, el segundo cantar, después, el primero y, por último, el tercero. Para Michael que no ve clara la división tripartita ya que él distingue dos tramas; una la relativa al deshonor moral y político del Cid y la otra al descrédito personal y familiar, partes que sin duda dice corresponderían a lo que abarcaba la representación del juglar. Para Garci-Gómez el poema también se dividiría en dos partes: la primera sería la, Gesta del mio Cid y la segunda la, Razón de mio Cid

Como todo lo que está relacionado con esta obra, según que estudioso se tome de referencia se puede hablar de un autor único, de dos, o de más. Menéndez Pidal, rectificando sus opiniones iniciales, lanzó la teoría más aceptada. Al juglar que intervino en la fecha próxima a los hechos, al que se ha de agradecer su notable fiabilidad, lo llamó de San Esteban de Gormaz, ya que imprime a la obra un intenso localismo vinculándolo a esa zona, así como a su lengua. Él sería el creador del primer cantar: El Cantar del destierro, de carácter esencialmente histórico. Ubieto niega esta posibilidad situándolo por el contrario en las tierras turolenses cercanas a Santa María de Albarracín, algunos rasgos dialécticos así se lo aconsejan. Sobre esta primera copia actuaría posteriormente el que ha llamado juglar de Medinaceli el cual habría refundido y ampliado el texto con anacronismos y episodios ficticios y novelados, trabajando supuestamente no con pergamino, sino de forma oral. De él serían El Cantar de las bodas y El cantar de la afrenta de Corpes. Últimamente esta teoría, aunque conserva muchos partidarios, está sufriendo los ataques de quienes defienden el poeta único: el Per Abbat firmante, que fue clérigo para unos y para otros, abogado laico. Russell ha demostrado que el autor alude con frecuencia a temas legales y que está familiarizado con el manejo de documentos. Smith localiza un Per Abbat en Carrión de los Condes, especialista en leyes. Una corriente crítica entre los que se encuentran Deyermond y Michael, es la que postula, frente al juglar laico, la tesis de un autor culto, clérigo probablemente, sin que se tenga seguridad si partía o no de una tradición épica. Lo que sí parece claro es que quien ha dado al cantar la forma que hoy tiene, no fue sino un autor-refundidor que partía de una tradición previa oral o escrita y que el resultado es fruto de sucesivas intervenciones. Caso González sostiene que el poema procede de la reelaboración de cantos breves anteriores, unidos por alguien que enlazó con acierto los diversos episodios hasta convertirlos en una obra coherente, explicándose así que, pese a la unidad esencial del texto, aparezcan algunas contradicciones e incongruencias de importancia secundaria. Por ejemplo, las hijas del Cid que son niñas cuando éste se despide camino del destierro, se nos presentan casadas tres años después.

HISTORIA Y CREACIÓN POÉTICA

Menéndez Pidal considera que tanto la figura protagonista como las secundarias se mueven por unas vicisitudes que en esencia son fieles a la verdad histórica, también subraya la exactitud de los datos geográficos. Y, sin embargo, como cantar histórico sorprende la inventiva en algunos de sus datos como los pertenecientes al mundo musulmán, o los nombres de las hijas del Cid, por ejemplo; Cristina y María en la realidad, y Elvira y Sol en el poema, o algunos personajes que, aunque existieron, no tuvieron con el Cid la relación que se les atribuye. Para Leo Spitzer es una obra de arte y de ficción, más que de autenticidad histórica, donde no existe esa pretendida puntualización en las descripciones geográficas, ni son advenedizos los elementos ficticios sino fundamentales en la fabulación del Cantar: su función es “poner de relieve la trayectoria ascendente de la vida exterior del héroe”

Entre tanta confusión, lo que sí parece claro es que Menéndez Pidal ha mezclado en sus estudios dos conceptos distintos: el realismo literario y la verdad histórica y ya sabemos que la novelización de los héroes puede muy bien deformar lo ocurrido, para ser sin embargo de un realismo total, siendo esto lo que parece acontecer el en Cantar. El relato de las hazañas del Cid es en gran parte ficticio, ya que su carácter y el papel que desempeña, no se ajusta exactamente a la verdad de Rodrigo Díaz, aunque el personaje literario, distinto al real, es perfectamente verosímil. Ubieto demoliendo nuevamente los argumentos de Menéndez Pidal, demuestra la gran cantidad de elementos ficticios, anacronismos e inexactitudes en que incurre el poema. Para Garci-Gómez es “el cantar medieval más verdadero en la topografía, más lleno de nombres históricos, más enfocado hacia un suceso histórico como uno de los asuntos centrales”, pero los episodios fundamentales en cuanto a la estructura, el tema y el estilo son ficticios.

Aunque parte de personajes y sucesos reales, hay que considerar el poema como una obra artística, en la que lo importante es la coherencia interna y no la mayor o menor fidelidad histórica. Tampoco tenemos que olvidar que el texto podía perseguir determinados fines a los que el autor tenía que adaptar su versión. Se ha dicho que es una obra de propaganda para animar al ardor combativo contra los musulmanes. Asimismo, se ha aludido a la existencia de un doble plano histórico: el del momento en que vivió el Cid y el de la época en que se creó el Cantar. Mª Eugenia Lacarra intenta demostrar que el poema refleja la situación político-social del reinado de Alfonso VIII, impulsor de las campañas contra los musulmanes y de unir los reinos cristianos bajo el liderazgo de Castilla. Las discrepancias entre la historia y el poema, dice: “responden a una manipulación intencionada de los hechos históricos por parte del autor motivado por su toma de posición en los acontecimientos históricos de su propia época”
Se cree que la principal desviación del poema respecto a la realidad se encuentra fundamentalmente en la interpretación que se hace de la figura del héroe. El Cid histórico representa el empuje de una clase social naciente: la baja nobleza castellana que se enfrenta, tanto a la vieja nobleza leonesa, como a la alta nobleza de Castilla. Rodrigo Díaz dentro de la corte llegó a ser un político con gran poder e influencia, que se vio mermada por su apoyo a Sancho II en el intento de reunificar el reino repartido por Fernando I. Este hecho parece que fue decisivo a la hora de caer en desgracia, pues le puso en una situación muy difícil ante el nuevo rey Alfonso VI, siendo despojado de sus posesiones y desterrado a Toledo.

Ya entes de su muerte existieron escritos que cantaban la vida del Cid. Un clérigo del monasterio gerundense de Ripoll compuso en su honor un breve canto latino en estrofas sáficas: el Carmen campidoctoris. La primera crónica latina que se ocupa del Cid es la Gesta o Historia Roderici a finales del siglo XII o principios del XIII. También se habla del Cid en el Fuero General de Navarra, en el Liber regum, en el Liber praeconiis Hispaniae, en la Crónica najerense, el Chronicon mundi, el De rebus Hispaniae y el Poema de Almería

El tema nuclear del Mio Cid gira en torno a la “ondra”, a la honra, al honor del héroe mancillado. El poema se organiza siguiendo la progresión social de la vida del Cid, desde que se pone en duda su honorabilidad y pierde el favor del Rey, viéndose obligado a salir para el destierro, hasta que, tras mucho batallar, lo recobra nuevamente. Durante todo el poema, las acciones se desarrollan con una fuerte tensión argumental, cuyos desenlaces parciales van constituyendo la unidad general de la obra.

RASGOS ESTILÍSTICOS

El realismo del Cantar no solo se advierte en la verosimilitud de los caracteres y la acción, sino también en la técnica narrativa, con algunas escenas de indudable categoría literaria: la niña de nueve años que sale a pedir al Cid que siga su camino, la perfecta descripción de la entrada en Burgos, la despedida de Cardeña, el duro realismo en la descripción de las batallas. Para Gilman, el autor traza la acción “sobre un mapa detallado” independientemente de que los datos se ajusten o no por completo a la realidad, sino a la verosimilitud de una geografía concreta. La naturalidad al reproducir palabras y actitudes es uno de los grandes valores del Mio Cid, como cuando el poeta, a pesar de lo patético del momento en que Félez Muñoz se encuentra a sus primas desmayadas, se detiene a señalar, que el sombrero con el que coge agua “nuevo era e fresco” o las repeticiones inspiradas en el lenguaje coloquial que escribe cuando intenta reanimarlas. Smith alaba la capacidad de sugerir una escena completa mediante la alusión de pequeños detalles. Sorprende por insólito en el género épico las constantes referencias a las necesidades materiales del Cid y los suyos, la exactitud de los términos en los tratos económicos es de gran importancia y denotan una evidente intención realista. Nada hay en el Mio Cid que parezca retórico o sobrante. Las abundantes descripciones de batallas, de paisajes o de cualquier otro tipo, las agiliza a menudo el autor mediante el empleo del verso “corto y galopante” (Smith) y para describir el avance del Cid y los suyos con una gran rapidez, se limita a enumerar los lugares por donde pasa. Un rasgo destacable a la hora de agilizar el relato es el paso de unas situaciones a otras sin transición, prescindiendo de divagaciones y soliloquios. Los personajes que pasan directamente a la acción, sobrios y de profunda humanidad, representan a través de los gestos su sentir. El tono dinámico se debe en gran medida al uso del estilo directo donde no tiene la abundancia de diálogos una peculiar función estilística, sino que vienen exigidos por la acción.

En el Cantar, el tiempo de las acciones se nos muestra como un continuum en el que van desarrollándose los hechos, permitiéndonos deducir con todo detalle cómo se suceden los días y las noches. “Apriessa cantan los gallos e quieren quebrar albores…” Se precisa de forma concreta el tiempo transcurrido, lo que permite deducir cuanto duran los hechos narrados, entre cinco y seis años exactamente. El autor utiliza un tiempo totalmente subjetivo. Pasa con rapidez sobre aquellos hechos en los que no precisa demorarse y se recrea en otros que le interesan más. No adopta la actitud del historiador que narra un suceso pasado, sino que se sitúa en el momento de los hechos. En el Cantar se combinan: el indefinido que tiende a usarse en singular, en acciones individualizadas, sobre todo de tipo heroico; el presente, por el contrario, domina en los sujetos plurales, a menudo con valor de presente histórico, el imperfecto impone su aspecto durativo al verbo perfectivo.

ESTRUCTURA ARGUMENTAL

Los 3.730 versos que componen el poema, los estructuró Menéndez Pidal en tres partes: Cantar del destierro (vv. 1-1.086) Cantar de las Bodas (vv. 1.087-2.277) y Cantar de la afrenta de Corpes (vv.2.278-3.730). La clave estructural para esta división la ofrecen los versos 1.085 (“Aquí comienca la gesta de mio Cid el de Bivar”) y 2.275-76 (“Las coplas de este cantar aquis van acabando/ el Criador vos vala con todos los sos santos”)

El Cid es enviado al destierro por intrigas palaciegas que afirman haberse quedado con parte de los impuestos que cobró al moro. El texto comienza con la salida de Vivar en compañía de sus vasallos y parientes camino de Burgos, donde, debido a las amenazas del rey, no se atreve nadie a recibirlo y así se lo hace saber una niña de nueve años que le ruega continúe y no perjudique a los suyos.

Tras abandonar todos sus bienes y ante la necesidad apremiante de conseguir dinero para los gastos generales, Martín Antolínez, convence a los judíos Raquel y Vidas para que le hiciesen un préstamo de 600 marcos, a cambio dejaría en depósito dos arcas supuestamente llenas de oro y plata, aunque en realidad solo contenían arena. Así parte el héroe a despedirse de su mujer y sus hijas, amparadas en el convento de San Pedro de Cardeña. Desde un principio se suceden las victorias frente al moro, consiguiendo abundantes botines, de los que envía a su Rey una dádiva como señal de su vasallaje. Prosigue su avance triunfal hasta tomar Valencia, desde donde con nuevos presentes solicita al rey le conceda la gracia de que su familia pueda volver a estar reunida. El rey acepta se reúnan con él, pidiéndose a su vez que case a sus hijas con los Condes de Carrión y asimismo le promete perdonarlo.

El Cid accede a la petición del rey y se celebra el matrimonio, pero es tal la cobardía de los de Carrión que, para vengarse de las burlas de los hombres del Cid, le piden a este, irse a su tierra llevando a sus esposas, así, de camino, en el robledo de Corpes, las azotan y las ultrajan y las dejan abandonadas y medio muertas. Las socorre Félez Nunoz que había seguido a la comitiva. Ante tamaño agravio el Cid pide justicia al Rey, consiguiendo le devuelvan las espadas y la dote, para poderlas así casar de nuevo, en esta ocasión con los infantes de Navarra y Aragón.

EXTRUCTURA MÉTRICA

El verso del Cantar del Mio Cid es el verso épico, caracterizado por su métrica anisosilábica o sin medida fija, basada en un sistema de cláusulas rítmicas, con versos entre 10 y 20 silabas, donde predominan los de 14, seguidos de los de 15, 13,16, 12 etc. La división interna se hace en dos hemistiquios también de números desiguales, donde a pesar de aparecer 10 medidas distintas, predominan los de 7, 8, y 6 sílabas, con frecuentes rimas internas con las que el poeta, bien de forma instintiva bien con propósito deliberado, consigue un efecto estético satisfactorio. En el Cantar no hay estrofas definidas; los metros se agrupan en series irregulares, que reciben el nombre de tiradas o laisse, de versos con rimas asonantadas y extensiones variables, desde los tres versos de los que se componen algunas, a los más de cien que tienen otras. Íntimamente relacionada con la rima, está la llamada “-e” paragógica con que terminan algunos versos del Cantar, bien como mera licencia poética para convertir en llana o grave una rima aguda o por conservar usos lingüísticos arcaizantes, que daban sabor de antigüedad al lenguaje y que a la vez servían para facilitar asonancias. La versificación irregular permite al autor del Mio Cid variar los procedimientos formularios más de lo que pueden hacerlo los poetas que han de ajustarse a una medida estricta.

El humor se utiliza muy acertadamente en determinados momentos para rebajar la tensión dramática. También habría que destacar como recurso literario que se utiliza, la unidad rítmica bipartita, la estructura bimembre, determinadas expresiones paralelas, así como la adjetivación epitética que sirve para realzar la figura del héroe y de otros personajes de pro. Smith afirma que cada ocho versos más o menos encontramos un epíteto; el 70% se aplican al Cid, en un total de 646. No se debe olvidar el simbolismo al que parecen remitir algunas unidades de significación del texto épico. Las metáforas que no brillan por su esplendor suelen remitir al lenguaje coloquial, sucediéndole lo mismo a los símiles. Al juglar le gusta el empleo de lítotes, o lo que es lo mismo, afirmar un concepto negando el contrario.

Contiene el poema una buena dosis de vocabulario especializado que hacen referencia a los usos feudales: prácticas legales, arte de la guerra y ropaje, así como una perfecta dominación de la terminología jurídica. También abunda el latín eclesiástico y palabras de origen árabe.

El sistema fonológico, fonético y ortográfico, coincide con el llamado “español alfonsí", con un estilo épico oral que, según Lapesa es una sintaxis en la que abundan las yuxtaposiciones y escasean los sexos sintácticos, donde la morfología tienes determinadas particularidades como el uso anárquico de los verbos, la profusión de adjetivos demostrativos, las perífrasis verbales (querer + infinitivo = “ir a”, “estar a punto de”; el haber + infinitivo, sin sentido de obligación o necesidad. Así mismo el léxico es una mezcla de lo popular y lo arcaico, pero sin caer en lo plebeyo, para unos, destinado a un público señorial, para otros, inquieto y movedizo, de rústicos bobalicones y escasa cultura.

jueves, 11 de junio de 2015

OTRO PASEO POR LA POESÍA




Para dar otra vuelta a ese martirio desnudo que se presenta imposible entre la contaminación de las ciudades y los hombres, con los pecados mortales que avalan los versos bajo las carpas de los domingos, tendríamos que subirnos a esa poesía irreverente que no almuerza con ningún catedrático, tendríamos que subirnos a esa línea seis del metro, en la que por su trazado circular, comienza y termina con los gritos de todas las metáforas que rompen como Apollinaire los silencios.

En poesía, dicen que todo está dicho; pero si no fuese así, se debería ser absolutamente moderno a cada instante, pues, al pertenecer ésta al mundo en que vivimos y éste cambiar sus realidades con cada tic-tac o cada sombra del reloj que pusieron los antiguos en el muro norte de las catedrales, no se entendería que los poetas hoy, se quedasen como ayer atragantados por su propia grandilocuencia, a la entrada de las primeras luces de los miedos, entre los pensamientos de los mendrugos pasados, sin abrirse a todo lo que aún está por ser y por venir, recreándose con esos lodos de los balnearios medicinales que acaso por nostalgia o amiguismo, intentan reavivar la belleza que nunca tuvieron, la que exhibieron en las recepciones de ayer, después de pasar por tantos y tantos quirófanos.

Con la misma premura que tienen los malversadores de instantes y seres inquietos que somos, muchas veces acurrucadas lagartijas de vacaciones al sol de nuestras incontinencias, parece que cada vez nos introducimos más en la ignorancia del sentimiento de las mareas de la humanidad, las que cuentan siempre, fueron buscando la base de la palabra poética, sobre todo en esos ojos que con tonos infinitos, tienen unos puntos de resonancias paralelas, por donde sin duda se reaviva el anhelo.

Sabemos que ni por asomo hemos llegado a rascar la superficie del posible secreto que la poesía esconde en su interior, ni por asomo hemos encontrado el camino exacto que nos lleve a vestirnos con él de fiesta. Sí, es cierto que en ocasiones hemos conocido, corporeizándose, algunas sendas en las que excesivamente transitadas hemos hecho el amor con gentes deseosas de ampliar los resúmenes individuales del cielo para que las comiésemos algo más que el pico y la oreja, gentes que durante el trayecto nos hicieron compañía, gentes sin acertar a decir cuánto facilitaron o entorpecieron nuestra reflexión. Lo cierto es que las indagaciones para encontrar esta mañana esas reliquias del exilio, no han hecho más que dar comienzo; y no se crean no, que las expectativas con las que se presentan no parecen de lo más halagüeñas.

martes, 2 de diciembre de 2014

ALGUIEN SIN NOMBRE Desde el fondo del verso



La vida de uno es ya la vida de todos los hombres // Jaime Gil de Biedma


ALGUIEN SIN NOMBRE

Por si no hubiesen leído a José Carlos
con todas sus verdades a imitar,
permítanme que les presente
con este nunca o beso que se olvida
sus labios cancerígenos,
igual que Beyoncé provocadores
bajándose en la próxima estación.

Mordiendo piernas y gotas de lluvia
la globalización de su cerebro
inevitablemente representa
otro inmortal Jesús en los gimnasios.

Especialista en la gestión del mundo
malversador de instantes,
alguien sin nombre ayer fue detenido.

ALGUIEN SIN NOMBRE ayer fue detenido y absuelto por esa incógnita que sin duda simbolizó desde siempre la existencia del hombre y el poeta, ese entrecruzar la negación, la no existencia, la nada de todo lo que nunca nació y que, tal vez, solo por eso, no se le pudo dar nombre.
En ciertas cosas es tan lenta la evolución del ser humano, que solo en la madurez nos damos cuenta de cuanto nos detuvo la niñez, la infancia, la juventud con su veloz ajetreo, con todos esos atajos que intentamos coger para llegar cuanto antes a nuestra meta supuesta.

La interpretación sencilla, la que, seguro, viene a ser la más cercana al sentir general, dice que en su conjunto el poema es un paseo. Un paseo que va desde las cualidades particulares del hombre, en este caso, un José Carlos real con todas sus verdades, hasta el mismísimo alma de alguien sin nombre a punto de abandonar su parpadeo frente al mundo, olvidando su ética actitud, su tierno besamanos, su inútil crucifixión.
Alguno, podría dar dos pasos más y decir que, casi, en su totalidad está escrito en versos libres, “y ya sabemos que el verso libre es un compromiso humano con la sociedad” de 11 silabas, exceptuando el verso (permítanme que les presente) que es de 9 y muy bien podría representar el cuerpo del hombre, y los versos (sus labios cancerígenos /…y malversador de instantes) que son de 7 y vendrían, por una serie de inventados misterios, a simbolizar sus brazos. El poema en sí, con sus tres estrofas, podría asemejar esa cruz que forma el hombre en pie con los brazos abiertos. Como si gritase: ¡aquí estoy! ¿En qué me he equivocado?

Sí, tengo que reconocer que el poema está estructurado sobre una calculada imaginación de sonidos, sobre las aliteraciones que aportan el ritmo y la extensión necesaria, sobre la sinécdoque humana, sobre la repetición del hipérbaton, sobre la omisión de la anáfora del primer verso, al comienzo de las otras dos estrofas.

Aun a pesar del tono tenso y hostil que se pasea por todo el poema, nos muestra un hombre de carne y hueso elevándose, un hombre mortal, una persona buscando, tras caer y caer, un resquicio de esperanza; un nombre o en su defecto, seguir teniendo el suyo.

La disección profundamente libre de una cabeza sin colchas ni almohadas, diría que Alguien sin nombre en una primera lectura, podría parecer un poema collage, y causar la impresión de ser un verdadero galimatías, un sin sentido, un desbarajuste, un caos sin flautista de primer orden que pueda detener el desconcierto, como si las palabras y los versos hubiesen salido de una coctelera, para después de unos cuantos tragos reírse o reírnos de nosotros mismos. Sí, reconozco que esto fue lo que pensaron la gran mayoría en esa primera lectura, teniendo por supuesto toda la razón. Pero como la razón, llega solo a lo más próximo, a lo más inmediato, a lo más esencial, creo necesario al menos intentar, que una parte de lo expuesto, esa que va un poco más allá de lo verídico, pueda transmitirnos otras cosas.

La colocación de cada, morfema, lexema, palabra, verso y estrofa, acoplándose magistralmente para mostrar lo que el poeta quiso comunicarnos, así nos lo confirma. Y al final casi como sin querer, parecerá que sí, que todo encaja, que todo está escogido y puesto ordenadamente, siendo capaces si nos detenemos un momento, hasta de oír los latidos de su corazón: to, tar, tan, te. (Con todas sus verdades a imitar / permítanme que les presente). Te, ta, tas, ta, te, ta, tal, ta, ti, ta, te, te. Aliteraciones que salpican todo el poema con una sucesión de sonidos sordos, vibrantes y sonoros, sordos y sonoros, sordos, cuyo resultado es conseguir hacer que nos invada una fuerte sensación de angustia, de tristeza, si me apuras de intranquilidad, que contrarresta significativamente con lo que realmente quisiésemos encontrar: paz, reposo sosiego tranquilidad. Sobre todo para trasmitírsela al angustiado personaje lírico.

Casi de entrada se aprecia que es un poema de versos medidos, en su mayoría endecasílabos propios, de acento obligado en sexta y décima, utilizando de forma descarada el oficio poético y como ejemplo, no hay más que fijarse en el verso que abre la composición.
Por – si – nohu – bie – sen – leí – doa – jo – sé – car – los = 11
Donde utiliza la sinalefa, que unifica palabras que acaban y empiezan por vocales, pensando en este caso que también se contabilizan como vocales, la y, h, aunque en todos los demás quede, por supuesto, en manos del autor utilizar o no la licencia poética que tiene para ello.

La licencia poética es el comodín que posee todo autor para romper o no, las normas: sinéresis que unifica hiatos y diéresis que los separa. A la hora de medir el verso, también tiene presente que si acaba en palabra aguda o monosílaba, se cuenta una silaba más: con todas sus verdades a imitar 10+1 = 11. Y que al acabar en esdrújula una menos: sus labios cancerígenos 8-1 = 7. Así como hacer que sean neutrales, las que son llanas.

Yo diría que en esta composición el poeta huye de los versos fáciles, y arriesga en exceso con los susurros melancólicos que trae el surrealismo cotidiano, haciendo que el hombre mortal encuentre un resquicio de esperanza, una llama que da luz a tanta oscuridad, sobre todo, con esa sinécdoque de Jesús en el último verso de la segunda estrofa: otro inmortal Jesús en los gimnasios. Donde ese Jesús es dios, pero a su vez es también, un vecino, un compañero, un amigo, un familiar, es todas aquellas personas que animan a continuar cada día, a levantar y seguir aun después de haber caído, y para confirmarlo, el autor traslada hasta igualar la identidad humana de José Carlos, con la identidad de ese dios, vivo, actual, presente, pero no con el deseo de ponerse en su lugar, sino por afinidad con el sufrimiento que comparten: detención, condena y muerte en el último verso que mentalmente se pluraliza

Entiendo que la poesía en este mundo del aquí y el ahora, ésta que se recita de golpe, y al instante siguiente ya es pasado, ésta que por supuesto duele acaso por tener que pensar, resulte difícil, complicada, oscura, tal vez innecesaria por acercarse a los sonidos semejantes todos los días. Pero como tengo en tal alta estima la inteligencia del ser humano, sé que puedo moverlo de su círculo de confort, ponerlo nervioso, hacer que trastabille y caiga, para luego totalmente fortalecido, disfrutar en cada momento de esa poesía que abre todas las puertas del alma y de la calle para mostrar complaciente todos esos mundos que se encuentran entrevelados detrás de tantos corazones, de tantas cabezas, de tantas miradas. Pienso que leer o escuchar poesía supone dejarse llevar, salir de la rutina por un sueño de intenciones, elevarse y penetrar verso a verso, los distintos lugares de un alma juguetona y confidente, siendo por ello, que avanzando entre estas premisas, podría decirse que tras una primera lectura, queda claro que el autor busca presentar de golpe, una poesía rasgada de forma diferente, en la que para llegar al desenlace final, el hilo conductor lo enhebran las sinécdoques de José Carlos, de Beyoncé y de Jesús, introduciéndonos en la experiencia del ser humano como esas partes de un todos que son los hombres, con sus tropiezos y sus preguntas. Para confirmarlo, nos lo expresa con otras tres sinécdoques, acaso menores, pero no menos importantes como son: los labios, las piernas, el cerebro, partes importantes de su cuerpo

En esta composición, cuentan los versos y las palabras dichas, pero sobre todo cuentan los silencios y los versos omitidos. Es un poema circular, un camino que nos lleva desde el José Carlos del primer verso, hasta ese alguien sin nombre del último, ese alguien que ayer fue detenido ¿Por qué? La única conclusión a la que se llega, es: por haber nacido.

Interpretación libre

Por si no hubiesen leído a José Carlos. O a Juan a Pepe a Luis ¿qué importa quién? no importa nada, lo único que importa es que tienen todas las verdades, como hombres, como humanos, como seres imperfecto que sin explicación aparente se presentan como una sinécdoque que va ampliando mentalmente las partes de un todo. Una contradicción que de tanto ser esa verdad revelada por la razón y por el verbo, se transforma en mentira

permítanme que les presente

con este nunca o beso que se olvida Donde nunca o beso es la metáfora necesaria para representar al hombre, al beso del hombre con su destino, ese beso que dieron esos labios de hombre, cancerígenos y provocadores que se bajan en la próxima estación, abiertos a todas las verdades a imitar siempre entre las mohosas paredes del tiempo. Ese beso que se dio tal vez furtivamente, ese entre tantos es el que nunca se olvida.

Las hipérboles exageraciones tanto por defecto como por exceso de todas y nunca hacen de contra peso para sostener la composición.

sus labios cancerígenos, no nos los presenta como son, sino que nos dice lo que significan y sorprendentemente nos los iguala con un ídolo de masas actualizado que pone los tres versos en el mismo plano.

Sus labios cancerígenos metáfora simbólica = labios cortantes = labios infectados = labios de muerte
Labio = juventud = insinuación = sonidos = silencios = voces = palabras = miedo = peligro = tabú = felicidad
Cancerígeno = juventud = insinuación = sonidos = silencios = voces = palabras = miedo= peligro = tabú = felicidad
Beyonsé = juventud = insinuación = sonidos=silencios=voces=palabras = miedo= peligro = tabú = felicidad
Provocadores = juventud = insinuación =sonidos = silencios = voces = palabras = miedo= peligro = tabú = felicidad

igual que Beyoncé es un símil y además es sinécdoque como José Carlos del ser humano

provocadores hipérbaton a labios cancerígenos

bajándose en la próxima estación. metáfora simbólica, metáfora de tránsito, metáfora abierta a diversas interpretaciones. Estación de autobuses, de tren, de metro, estación del año, estación de la vida del hombre

Mordiendo piernas y gotas de lluvia, donde piernas, es alimento para el cuerpo y gotas de lluvia que alimentan el alma, mordiendo piernas = dolor = alimento del cuerpo por la carne y el alma por el sufrimiento gotas de lluvia = lágrimas

la globalización de su cerebro el conjunto la totalidad
inevitablemente representa
otro inmortal Jesús en los gimnasios. En los gimnasios es una sinonimia de lugar abierto a la calle, a casa, al hoy como presente ampliado, metáfora del trascurrir del tiempo, pero también podría representar el no pensamiento, ese dejarse llevar, ese dormir sobre su blanco absoluto.

anáfora omitida del primer verso enumeración
Especialista en la gestión del mundo
malversador de instantes,
alguien sin nombre ayer fue detenido.
La humanidad a pesar de nacer libre de poder decir o hacer lo que le venga en gana, por toda la carga histórica del mundo desde su nacimiento su libertad fue detenida

Beyoncé representa lo general actualizado, Jesús lo general pasado y entre estas dos generalizaciones se mueve José Carlos como individuo, como ente canalizador al que se adhieren las formas contenidos.

Alguien sin nombre es un poema abierto a tantas interpretaciones como lectores lo tengan en sus manos.


ALGUIEN SIN NOMBRE (tras desaparecer el hipérbaton)

Por si no hubiesen leído a José Carlos
con todas sus verdades a imitar,
con este nunca o beso que se olvida,
permítanme que les presente
sus labios cancerígenos y provocadores,
la globalización de su cerebro
malversador de instantes,
igual que Beyoncé
bajándose en la próxima estación.

Por si no hubiesen leído a José Carlos
mordiendo piernas y gotas de lluvia
inevitablemente representa
otro inmortal Jesús en los gimnasios.

Por si no hubiesen leído a José Carlos
especialista en la gestión del mundo,
alguien sin nombre ayer fue detenido.

viernes, 21 de noviembre de 2014

POEMAS PARA CREAR ESCUELA V Ronald Campos López




Sorprendente.
Para este blog de poesía última contar en este espacio con Ronald Campos López es un gran honor a mano alzada. Espero que, a todos ustedes, vosotros, tú, elevéis al cielo falso de Machado la misma conformidad.

Ronald Campos López es un jovencísimo y sorprendente poeta de Costa Rica, donde tienen la suerte de leer sus artículos en: Educación, Kañína, Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica. En España colabora en Cauce y en Italia en Artifara. Actualmente, realiza sus estudios de doctorado de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Valladolid, España.
Un trotamundos literario, desde su perspectiva trascendentalista, miembro del Círculo de Poetas Costarricense y del Grupo Samarkanda, es autor de poemarios como: Deshabitado augurio (2004) Hormigas en el pecho (2007) Navaja de Luciérnagas (2010) Varonía (2012) Mendigo entre la tarde (2013) y La invicta soledad (2014) al que pertenece LOS RIESGOS DEL LABIO el poema para crear escuela.

Gracias Ronald por habernos, haberme dado tanto.

Hoy que el mundo se mueve sobre todo por esas delicadas hebras de acero del interés, ¿qué argumentos nos propondrías para que éste u otros mundos, leyese tu poema?

Gracias por considerar uno de mis poemas. A ver, te respondería: Tanto este como otros mundos aguardan un fin, pero no definitivo, sino regenerativo, y es en el amor, en la cotidianidad amorosa, doméstica, erótica y mística donde esta muerte se adelanta, se ensaya o se actualiza, dejando que ese hombre y esa mujer, esos dos hombres, esas dos mujeres encuentren lo infinito en lo finito, lo trascendente en lo inmanente.

LOS RIESGOS DEL LABIO

Morir siempre es ganarle
al ruiseñor lo que ha olvidado

Morir es siempre arriesgarse a ser de nuevo un niño.
Incluso cuando la muerte
tampoco existe,
¡incluso cuando la muerte
tampoco existe, pero se ha detenido ahora a esperarnos!

Todo se lo he robado
con un beso a la muerte.
Todo como hacernos el amor
entre interrogaciones
temibles en la tarde.
¡Todo como tus piernas,
monedas olvidadas
entre mi noche!
Todo como tu pelo antes, cada mañana antes
de asumir terrenal algún trabajo.
Todo como prosperar simplemente
semejante a la paz
sobre tu cuerpo.
Todo como advertirle al infinito
que en la muerte él
también será vencido.

Todo se lo has robado amado mío,
Con un beso a tu muerte y a mi muerte.

Ronald Campos López

viernes, 7 de noviembre de 2014

UNA SOMBRA ELEFANTE



Por un instante me sentí superior, enfebrecido, intratable... como el nieto de las crónicas iluminado por la magia de un Livingstone protagonista. Desperté, próximo al tañido etéreo del aliento que unifica los mundos y regala, en ocasiones, la cama sin hacer de la felicidad. Tras abatir la pieza, fue como si toda la sabana se hubiese quitado de golpe su penumbra matutina, como si toda la sangre, hasta entonces retenida por el encuentro, volviese a correr cada vena, reactivando con deleite todos los miembros dormidos.

Es obvio, que, en el óleo pintado del alma, en la inmensidad de la llanura, las huellas de los elefantes son fácilmente distinguibles y sencillas de seguir, pues, como ya quedó dicho en la parábola; las otras especies, hunden y pierden las suyas dentro de estas. Abatirlo al sol vertiginoso de la impaciencia, a los sesenta metros que salpican de incógnitas y orgullo la distancia, a pesar de que todas las premisas nos sean favorables, resulta un poco más complicado. 

Y aunque sí, es cierto que siempre habrá excepciones, que, como hiciese aquel David, ponga de culo al Goliat elefante con un solo disparo certero en la cabeza; la mayoría de las veces es preciso utilizar, en el mapa infinito de su cuerpo, hasta cinco negaciones y una afirmación: dos avispas que le alcanzan en el muslo, un mosquito en la piel de la memoria, y tres miradas, como de azul y buenas noches, en la caja grandísima de los latidos. La mía, diminuta e insignificante, solo crece cuando se enamora. Seis intentos a este lado sucio del cristal, seis disparos, seis gritos que tiritan de luces y se encharcan de sombras. Una pieza admirable, que cuando se siente caer al fondo de la mañana, provoca el mismo estruendo que provoca el mundo cuando se derrumba. 

Siempre pensé que el rostro de los hombres se desabotona al paso de las horas y muestra su cansancio solo al final de los días. Pensé que, si una diana era destellante como el cielo iluminado por el vuelo de las luciérnagas, ningún mal cazador podría fallar. La experiencia que pasea alocada por el valle de las arrugas hace qué de inmediato actualicé ese pensamiento. Pues, en lo que no pensé, mientras cargaba y disparaba siglos de ignorancia y días de arrebato fue en la teoría, esa que dice que, a más volumen en los pretextos de la luz que se extiende desde el ojo al aire; menos penetración. 

Sí, reconozco que el safari estaba programado para otros, pero, cuando nos lo propusieron, solo necesitamos un instante para asentir. Poco después, casi como en una fantasía, admirábamos desde el cielo, la nube de espuma que se crea, al golpear el río la mañana, y así, una vez en el campamento de Victoria Falls; mientras los habitantes del poblado nos daban la bienvenida con cánticos y bailes; sudorosos por el sol de las doce, incrédulos, nos pellizcábamos para reafirmar la certeza. Como único equipaje teníamos las armas que colgaban del hombro, el otro el que habíamos facturado y que incomprensiblemente nunca echamos en falta, se había perdido. 

Lejos quedaban las trenzas del agua en la bahía, las medias verdades del asfalto, los besos de la buena suerte. Aquí, en estos paisajes donde las sonrisas se renuevan y cambian de postura en cada amanecer, donde los ojos duelen de recorrer sin brújula los mapas del mundo a la deriva, donde las horas tropiezan con la mala leche del sol que nos abrasa y nos alumbra a favor del viento... aquí solo queda terreno y más terreno ondulante, para en el peor de los casos, meditar.

Las palabras siempre tan escuetas cuando se trata de expresar sentimientos, en estos espacios tan amplios, apenas si nos sirven de vínculo comunicativo; es la semiología de los gestos y las señales lo que mejor se entiende, por eso nuestro guía, de pronto levantó la mano y la extendió hacia el horizonte, hacia allí donde pacía aquiescente la manada.

Bajo el marchito azul de la tierra nativa, seguimos durante mucho tiempo los senderos desnudos del mundo que cumple su destino. Y seguimos las huellas de los elefantes marcadas en el barro, como una llave que, sin girar, nos llevan hasta el estrecho paso que separa el mediodía desnudo del lamento y la muerte. Las seguimos hasta distinguir en el rojo afilado del estío, nubarrones sobre el corte pedregoso de una montaña. 

Desde nuestra posición, salpicados por el terreno, distinguíamos acacias, mopanes, miombos, tecas... parte de una vegetación malva, y verde oscurecido, constelaciones que proporcionan borracheras de sombra y sueño. Sombra gratificante, sombra deseada, fresca sombra capaz de hacer dudar si seguir o quedarse. Solo fue un momento, lo sé, pero reconozco que la tentación, quiso acercarme su mano intrusa, mano a la que ya iba ciego del cansancio y la sed, cuando nuestros ojos y todos nuestros sentidos, bailaron al descubrir el objetivo de nuestro viaje. Un tatuaje en la piel del elefante.

Nos acercábamos con sigilo, pidiéndole a todos aquellos que pudiesen hacer algo, que no cambiase el aire. Nos detuvimos a una distancia prudencial y observamos como ajenos a nuestra presencia comía y jugueteaba la manada. Pacientes esperamos la mejor ocasión. Esta se presenta momentos después cuando un gran macho viejo, acaso sabedor de lo que iba a suceder, se aleja del grupo unos metros y se pone descarado a mirarnos. Recuerdo que pensé en la distancia de sus ojos, en la inmensidad de su mundo interior, en los días de alimento que iba a suponer para la tribu. La adrenalina aceleraba todo mi ser, el corazón estaba a punto de saltar y salir corriendo, la presión en las sienes me nublaba la vista.

Tal vez excesivamente confiado, coloco mi Blazer sobre la vara, apunto al centro de la cabeza y disparo, totalmente convencido de que algo iba a caer y, sin embargo, en el último instante con un leve movimiento que hizo el animal, el proyectil, del 3.75 de punta blindada, pasó apenas sin rozarle. Vuelvo a cargar, apunto y disparo y disparo y disparo hasta seis veces seguidas.

Qué razón tenía Rilke cuando escribió que: "Lo bello no es sino el comienzo de lo terrible, ese que todavía podemos soportar; y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña destruirnos".