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lunes, 6 de febrero de 2012

s.XXI




Hubo crisis de sándalos violentos
y de presidentes y de mobiliarios
con formas y cajones de Ikea,
sin duda dentro de los plazos
de las disculpas que restauran
a los hombres y a Dios,
a pirámides y principios
de mi casa por dentro.

Electricidad y fontanería,
paredes, suelos, puertas y ventanas,
cocina, salón y pasillo.
Dormitorios con luz al este
luminoso de nuestra infancia,
cuarto de baño
presidiendo la luna
de los cuerpos sin cuerpo,
mesa comedor para un invitado
en los márgenes vivos de las piernas.
Para uno. Sí, sí, sólo para uno.

La crisis de los hombres
comenzó en la cabeza,
con vete tú a saber que palabra precisa,
o que acto, o que rostro, o que provocación,
con ese huir eterno de las cosas
que sí, están, anotadas
en cualquier analítica
como el colesterol que nos tapona las venas.

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